Como ya hemos explicado en números anteriores, el Grupo de Danzas sigue con su trabajo de creación de las nuevas melodías y danzas de Aoiz; en las que representará, por un lado, la firma de la paz entre agramonteses y beamonteses, simbolizado en nuestro escudo; y por otro lado, el trabajo de las pelaires que tan importante fue en siglos pasados, y que nos da mote a los agoizkos.

Pero cada vez se hace más complicado explicar el progreso de estas danzas, porque ¿cómo describir esta ilusión? ¿cómo plasmar en un papel los avances que se están realizando? Difícil tarea. ¿Cómo dibujar claramente en dos folios, los ritmos musicales que se van eligiendo, los movimientos coreográficos que realicen los dantzaris, los golpes que tengan que dar con las espadas, las vestimentas que se ideen…? Delante de una hoja en blanco, me veo incapaz de empezar a escribir algo. ¿Cómo relatar los ensayos, las risas, los enfados y la desesperación porque no encajan los pasos con la música? La hoja sigue en blanco y no sé por dónde empezar. ¿Cómo explicar que el móvil arde con veinte mil whatsapps para que una decena de dantzaris puedan hacer un hueco en su apretada agenda y juntarse para ensayar? No soy capaz de expresar todo este barullo de ideas y divagaciones. Así que pido disculpas por no poder seguir informándoos del progreso de estas danzas. Ya adelantamos una parte en fiestas. Ahora deberéis esperar hasta su estreno para verlo todo en directo. ¿Que cuándo? Pues esperemos que el próximo veroño, si todo va bien. ¿Que dónde? Pues en la plaza, claro. Las danzas hay que bailarlas en las plazas, que son los lugares donde la gente se relaciona, donde está la juerga, la música y el baile; donde los críos juegan al toco, a la peonza o saltan a la cuerda, y los mayores juegan a… bueno, a juegos de mayores; vamos, que no juegan. Pero tampoco se aburren, porque en la plaza de un pueblo vivo, nadie debería aburrirse.

Bueno, y entonces, ¿no escribimos sobre nada? Sería una pena dejar pasar la oportunidad que nos brinda El Tuto de informar al pueblo, así que ya que en el párrafo anterior hemos hecho casi una oda a las plazas de nuestros pueblos, aprovecharemos la ocasión para informaros que en Aoiz tenemos una nueva plaza. ¿No lo sabíais? Bueno, pues os comentaremos los arreglos que se han hecho en el nuevo lugar de ensayo, y que sin duda, este espacio va a ser un elemento fundamental en el desarrollo de la creación de esas danzas, que antes he sido incapaz de explicar; y por supuesto, elemento fundamental para la continuación activa de la danza en Aoiz.

Después de que se acondicionase el local sito debajo de la DYA, que estaba cedido al Grupo de Danzas de Aoiz, para poder cobijar allí otras actividades, el espacio cedido entonces a los dantzaris quedó un tanto irregular. Tan irregular, que tenían muchas dificultades para ensayar en dicho espacio. Así que varios grupos tuvieron que estar un tiempo exiliados en los bajos de la antigua Ikastola. Allí continuaron ensayando sus viejas y nuevas danzas, y pudieron dar salida a las actuaciones que tenían previstas. No era el lugar idóneo de ensayo, pero gracias al patio que tiene, era el único que ofrecía la amplitud necesaria para poder seguir con sus actividades.

Para poder volver a estar todos juntos, se pensó en acondicionar el jardín que hay detrás, para así poder ensayar afuera los días que el tiempo lo permitiese. Dicho, telefonazo al Ayunta, y hecho. Bueno, hecho no. Primero debíamos desbrozar el jardín, quitar medio metro de tierra, allanar el terreno, echar grava, volver a allanar, echar hormigón, hacer unas escaleras que bajasen desde nuestra parte del local hasta abajo… ¡Dios mío, vaya liada! ¡Pero si no tenemos un duro! Pues algo habrá que pensar… Uhhmmm… Ya está. ¡Auzolan!

Así, todos juntos, en auzolan, como muchas otras cosas que se han hecho en este pueblo, nos pusimos el buzo y los guantes, para así coger la azada, la carretilla, la pala o lo que hiciese falta. Dantzaris, monitores, aitas, amas, trabajadores del Ayuntamiento y todo el que quiso arrimar el hombro, hombro con hombro, hicimos un gran trabajo, acondicionando un bonito lugar para poder danzar; creando una bonita plaza. Una plaza, que por cierto no tiene nombre. Si tuviese que ponerle un nombre, personalmente le llamaría “Gaforena plaza”; omnipresente persona que dedicó sus vacaciones a tomar el sol en dicho jardín y que gracias a él (y a muchos otros, claro) tenemos este lugar útil. Pero ya estamos acostumbrados a personas así en este pueblo, y además no soy muy partidario a dedicar plazas y calles a particulares, así que de momento yo la dejaría sin inaugurar. No hace falta que se baile ningún aurresku para inaugurarla, lo que hace falta es que todas las semanas se ensayen aurreskus allí.

A pesar de que este sitio ya esté bastante ocupado debido a la gran cantidad de grupos que lo utilizan, éste podría ser un espacio abierto para cualquier otro colectivo que necesite un lugar en el que poder realizar sus actividades. Sea un grupo pequeño o numeroso, esté compuesto de personas mayores o jóvenes, de cualquier raza, etnia, religión o sexo; sea euskaldun o erdaldun; siempre que trabaje por la cultura de este pueblo, sería bienvenido.

Bonita plaza, bonito patio de una casa, que va a ser muy particular; mucho. Aparte de que cuando llueva se moje como los demás, estará lleno de vida, de música y de alegría. Aquí nos agacharemos, nos levantaremos y saltaremos; nos volveremos a agachar, nos levantaremos y volveremos a saltar. Aquí, los agachaditos sí podrán bailar. Aquí podrán bailar hasta que dejen de estar agachaditos. Aquí nuestros txikis volverán a jugar a malvados piratas o valientes mosqueteros, peleando con los palos, mientras su monitor de turno, perdiendo la paciencia por octava vez, les grite desesperado para que se pongan en filas. Aquí se van a seguir ideando las nuevas danzas que se están creando para Aoiz, que tanto tiempo y esfuerzo nos está costando, pero que saldrán… algún día saldrán. Aquí, probablemente también alguna pareja se enamore bailando, mientras giren abrazados en alguna polka; mientras sus miradas se crucen, sonrían, sus manos se unan y sientan sus cuerpos volar juntos hasta que termine el baile. Que no pare la música, demonios. ¡Que no pare!

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