Komunikabidea: Diario de Noticias

Participantes de los dos bandos antes de salir al desfile. Foto cedida

Aoiz se vistió la mañana del sábado de azul y granate para representar a los ejércitos agramonteses y beamonteses que volvieron a la lucha a golpe de sabel en las calles de la villa y firmaron después la paz en la ermita de San Román.

Corría el año 1479, según narran las crónicas, y lo hicieron ante Doña Magdalena.

Todos los personajes de la historia agoizka volvieron ayer a la villa: regente y rey representado por los gigantes agoizkos, mientras que el pueblo dio vida a los soldados de ambos bandos.

Ochenta personas en total, organizadas en diez grupos, realizaron dos desfiles por las calles del pueblo decoradas con los colores de cada bando: banderas azules por donde pasaba el bando azul y granates para el contrario. En ello ha radicado una novedad de esta edición. En años anteriores, ambos ejércitos partían en desfile juntos haciendo el mismo recorrido hasta la plaza de la Baja Navarra, donde se firma la paz.

OTRAS NOVEDADES. El pueblo se pudo vestir gracias a la subvención del Gobierno de Navarra, a través de la convocatoria Sustraiak, lo que dio mayor vistosidad a la recreación estructurada en los dos desfiles acompañados por los gigantes, Carlos III y Doña Magdalena, al son de gaiteros y txistularis. Los dos bandos llegaron por separado, hasta la plaza donde se unieron las filas que posteriormente formaron los ochotes para bailar las danzas originales del colectivo Agoitz Dantzari Taldea, que las creó en 2015 al amparo de la sociedad Angiluerreka.

Representación de la firma de la paz ante doña Magdalena. Foto cedida

Otras novedades de esta edición fue que Izaga Bizkai y Ane Eugi dieron vida a los capitanes de los ejércitos, el conde de Lerín y Pedro de Navarra, y bailaron vestidas con nueva indumentaria obra de la modista de Aoiz, Ainara Blasco, que además, ha diseñado los trajes, así como las banderas que adornaron las calles.

Como siempre, la mañana comenzó con un almuerzo en la plaza del Mercado, con tiempo para cruzar sables como entrenamiento y captar el instante entre cuadrillas. Después, Ezpatadantzak, para representar la guerra y otras danzas para la paz. Finalmente, bailaron Ingurutxo, Jota y Porrusalda, bailes de fiesta, de paz, concordia y respeto, entre numeroso público al ser sábado de San Miguel, con misa y procesión. Fiestas txikis, bajo un sol radiante y un cielo azul sin que se asomara nube alguna.

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