Maddi Barber: «El euskera forma parte de mi práctica creativa por su potencia poética»
Komunikabidea: zeberri.eus
Maddi Barber es licenciada en Comunicación Audiovisual y tiene un máster en Antropología Visual por la Universidad de Manchester. Ha trabajado durante varios años como cámara y editora en Labrit Multimedia en proyectos etnográficos y ha colaborado con colectivos artísticos, instituciones culturales y universidades. Entre sus proyectos personales más recientes destacan “Distantziak” (2015); “Ametsen egunerokoa / Diario de Sueños” (2017), pieza que formó parte de la exposición colectiva “Yo, la peor de todas”, “Yours Truly” (2017), un cortometraje en torno a un museo de Manchester y sus piezas de taxidermia y “592 metroz goiti”.
Ze Berri.- ¿Qué es la antropología visual y por qué te interesa?
Maddi Barber.- Es una rama de la antropología social que usa metodologías audiovisuales para la investigación antropológica. Estudia al ser humano y su relación con su entorno a través de un acercamiento sensorial: a través de la captura de imágenes y sonidos. Para mí, es una herramienta con la que observar, pensar y problematizar el mundo.
Z.B.- ¿Qué es lo que querías contar con «592 metroz goiti’?
M.B.- Como trabajo final del máster de antropología, no tenía que ver tanto con “querer contar algo”, si no con “explorar” o “investigar” una situación concreta. En este caso, me interesaba trabajar sobre el presente del Valle de Arce, un valle que ha sufrido un cambio inmenso a causa del pantano de Itoiz. Yo nací y crecí en la zona. Me parecía muy duro estar expuesta a ese paisaje nuevo diariamente. Me preguntaba ¿cómo vivir hoy en este lugar completamente transformado? ¿qué tipo de vida es posible ahora? Decidí acercarme a la orilla del pantano y comprobé que los únicos que se acercaban con regularidad eran ganaderas, ganaderos y guardas forestales que a través de su trabajo con los animales recorrían los alrededores del pantano. Habían vivido la construcción del pantano, luchado en contra de que se hiciera, algunas perdieron sus casas bajo las aguas… El trabajo resultante de mi investigación habla de cómo continúa la vida en el valle, por encima de la cota 592 (cota máxima del pantano de Itoiz) a través de la relación entre personas y animales.
Z.B.- ¿Qué tienes ahora entre manos?
M.B.- Al finalizar “592 metroz goiti” sentí que me apetecía seguir investigando el tema porque había muchas cosas que había tenido que dejar a un lado. Una amiga de la zona me dijo que todavía no habíamos hecho el duelo por los lugares inundados. Entonces me planteé cómo se podía hacer un duelo por un paisaje, por un lugar. ‘Urpean, lurra’ (Bajo el agua, la tierra) habla de un dolor colectivo ante esa tierra que está sumergida en el pantano de Itoiz; pueblos, árboles, puentes, carreteras, ríos… Lugares que hemos habitado y transitado miles de veces y que, sin embargo, ahora no son accesibles más que a través de nuestra memoria, imaginación o sueños. Todavía estamos en fase de producción, por lo que todavía no sé exactamente cómo terminará, puede transformarse y convertirse en otra cosa.
EUSKERA: Mi relación con el euskera es compleja. Por un lado, la mayoría de las instituciones y empresas con las que he colaborado desarrollan su trabajo en euskera y por tanto, me ha posibilitado formar parte de ellas. Además, el euskera forma parte de mi práctica creativa por encima de otros idiomas, por su potencia poética y porque está muy cerca de una parte visceral que relaciono con la creación. Pero, por otro lado, durante muchos años me ha costado mucho hablarlo por un complejo de no dominar la lengua completamente y aunque trabajara en contextos euskaldunes, cuando encontraba la oportunidad me pasaba a hablar en castellano. Ahora me estoy quitando esos complejos e intento hacer una apuesta por normalizar su uso en mi vida profesional y personal. El año pasado me apunté a clases de C1 para afianzar el idioma y he sacado el título, ¡ya no tengo excusas!”.
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