Al Himalaya. Parte I
Viajar es una experiencia siempre bonita, volar sobre mar y tierra, viendo la orografía del terreno sin distinguir más frontera que los ríos y los mares es maravilloso, pero también es cansado, además de estresante. Se empieza a perder la noción del tiempo con los cambios horarios y los cambios de vuelos y el no dormir.
Total, que hemos llegado a las 11 de la mañana, hora nepalí, a Katmandú sin ganas de mucho.
A pesar de todo, hemos dado una vuelta por Boudhana, el barrio budista con su famosa estupa. Para los que ya hemos visto esto antes es una gozada regresar. Esto está muy lejos y se tienen que alinear los astros de manera especial para que uno pueda venir. Y más con la familia y los amigos. Si tengo que ser sincero, ha sido más entrañable ver las caras y los ojos de nuestras hijas e hijos sorprendidos por el tráfico, las calles a medio asfaltar y la gente en constante movimiento.
La estupa es enorme, y nos hemos unido al peregrinar budista alrededor de la estupa girando los molinos de oración.
Mañana volaremos otra vez a Lukla, donde empieza el treking. A ver si empezamos a andar para descansar.
Rubén