Estas páginas reúnen todos los mensajes que muchos amigas y amigos de Plazido en El Salvador y fuera de El Salvador enviaron vía correo electrónico y/o texto en WhatsApp los días previos a su partida final y que, con algunas excepciones, aceptaron compartir públicamente. El texto de algunos mensajes ha sido editado o corregido puntualmente respetando fiel e integralmente su contenido.

En conjunto, esta colección de recuerdos, pensamientos, testimonios y anécdotas brindan una imagen de Plazido (como padre, amigo, sacerdote y compañero comprometido con la lucha de los más pobres) y de su legado histórico y humano en El Salvador y Navarra.

Esta breve semblanza de Plazido, que se plasma por primera vez en estas páginas, no hubiera sido posible sin la colaboración, solidaridad y recuerdos de todos y cada una de las personas amigas cuyos mensajes se comparten a continuación. Su historia es nuestra historia y juntos construimos historia.

Finalmente, solo cabe recordar que cualquier error, omisión o alteración solo son responsabilidad de quien recolectó, editó y organizó los siguientes textos y por los cuales anticipadamente pido disculpas.

Aurrera!

FAAS. (Pako)
Oxford, 07.06.2017

MENSAJES DE LAS AMIGAS Y AMIGOS DE PLAZIDO

“Has brindado muchos frutos. Llevas en tus manos los nombres de todos nosotros. Es un gran paso y ahí nos reuniremos todos, nuestra Fe y Esperanza es lo que nos une. Bendito Dios que nos brinda esta oportunidad.”

Eric González Cano, Panamá

“Plázido fue para mí lo que no fue mi padre biológico… un papá, un amigo, un cómplice y compañero de vida!!
Ahora estoy sufriendo la impotencia de no poder estar a su lado, más nuestra común fe me llena de esperanza en este momento que Plázido está cerca del hito de su plenitud. Cuando supe de la noticia mi primer pensamiento fue en Rhina… estoy orando y confiando en el amor de Dios que siempre se manifestó en la vida de Plázido.”

Francisco Calles, Brasil

“…hablar de Plázido, nuestro mentor, nuestro director espiritual, amigo, padre, hermano, es algo diferente, porque cada uno de nosotros, lo tenemos en nuestras mentes y corazones, es parte de nosotros.
Muchas veces en el transcurso de la guerra, tuvimos que hablar con él sobre seres que amábamos y que veíamos partir constantemente, él nos hizo comprender que el dar la vida por otro, era el mayor regalo de amor que podíamos hacer. Creo que Plázido lo hizo en todo momento que estuvo entre nosotros, siempre se negó así mismo, murió así mismo, para que cada uno de nosotros encontrara su camino, para que cada uno de nosotros viviera…
El paso de Plázido en este país y en nuestras vidas, no se puede detallar, en un mensaje. Solo puedo decir con profundo amor, GRACIAS PLAZIDO, por ser parte de nuestra historia, gracias por haber sido un ser excepcional en todo momento y dejarnos como legado esas “pepitas de oro”, que fueron cada uno de los aportes que tú nos regalaste.
Menciono las proféticas palabras de nuestro Monseñor Oscar Arnulfo Romero, tu gran amigo, cuando dijo: “Como cristiano, no creo en la muerte sin resurrección: Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño”.
Puedo asegurar que, a pesar de tu partida, seguirá presente en nuestros corazones, y en el corazón de todos aquellos que pudimos compartir con él. Plázido Seguirá presente hasta el final de nuestras vidas”.

Rhina Mejía. San Salvador, El Salvador.

“En estos momentos dolorosos no solo nos queda recordar lo que Plázido supuso para todos en aquellos años, sino que es también el momento de ponernos al día con el recuerdo de la Resurrección de Nuestro Señor que fue el que nos abrió las puertas a una esperanza sin límites.
Pongamos en sus manos con plena confianza la existencia de nuestro amigo y consejero.
Con mi cariño y oración”.

Manuel Santiago, (SJ), Managua, Nicaragua.

“Se me hizo chiquito el corazón. Son esos momentos que uno no quisiera enfrentar. Pero bien, ¡que se haga la voluntad de Dios!
Amigo y compañero de sueños revolucionarios. La vida se vuelve corta para acabar todo lo que nos gustaría hacer. Yo te agradezco tu vida en mi camino y cada momento emocionante que hemos compartido. Por favor no te olvides de mí a la hora de entrar en una nueva realidad, cuando me toque partir quisiera encontrarte en ese mundo para seguir luchando por el Reino de Dios.
Siempre vivirás en mi corazón, en la única realidad del amor de Dios”.

Irma Serrano, (Elena), San Salvador, El Salvador.

“He tenido presente al padre Plázido ya que me ayudó mucho a ser cristiano amando a Dios y respetando y amando al prójimo. Con esa base y la de los padres agustinos llegue a amar a mi iglesia, y me incorpore hace 27 años al camino catecumenal, ya terminamos el “camino” pero seguimos en la comunidad al servicio de la iglesia.
Para mi sorpresa, hace un mes, el padre Fermín, que está trabajando en Bocas del Toro, llego a Panamá… Hablamos largamente… me dijo que el padre Plácido estaba muy enfermo… y que solo esperaba su desenlace, esto es triste pero así es la vida.
Dios lo bendiga
Hasta pronto”.

Rafael del Vasto Corcho, Panamá.

“Toda esta semana ha sido de partidas de muchos seres que he apreciado, pero al recibir este último no sé qué decir, sin palabras, solo el amor que le he tenido es lo único que siento dentro de mí, cuando se ama, la partida es dura.
Un abrazo a cada una y uno de la familia de Placido, nuestro padre en nuestra adolescencia, nuestro amigo y nuestro tutor en la vida…
Placido nos mostró cómo compartir la vida cada día”.

Paty Dubón, San Salvador, El Salvador.

“Hola siempre recordado Padre Plácido, primero el cura de los Domingos en su espacio El Minuto de Dios y luego como luchador junto a los pobres del pulgarcito de América. Dos buenos recuerdos: uno en la parroquia de Garralda y el otro, el Camino de Santiago de Compostela en 2006 que, Paco y yo, ¡iniciamos en honor a ti!”

Roberto Ortíz, Lund, Suecia.

“Aunque entiendo que Plázido no leerá o escuchara cuando se lea esa carta, me es difícil… bueno siempre es difícil despedirse…
“Hola Estupendo”, así solías decirnos cuando nos saludabas.
Bien sabes que soy de poco hablar, y que me cuesta expresar lo que siento, pero hoy será diferente, quiero expresarte lo que significa para mi tu presencia en mi vida. Siempre me decías que tenía “muy buena memoria”. Pues bien voy a tratar de hacer memoria de cuando te conocí.
Fue un 29 de septiembre de 1970, del colegio “Miguel de Cervantes” te llamaron para celebrar misa por el día de Cervantes. Esa fue mi primera misa, pues no fui educado en la religión, y fui no porque quería ir, sino porque era “obligación” asistir por ser estudiante. Recuerdo que leíste la carta de San Pablo a los Corintios capitulo 13 (El Amor), y eso quedaría en mi memoria de por vida. Quedé tan impresionado que te hablé después de la misa.
Semanas después, el grupo de Boy Scouts del Cervantes, ayudaría en la misa de Juventud que vos celebrabas los domingos a las 9 AM. Y después llegamos como “pordioseros” (así nos decías) a pedir un lugar para reunirnos.
Hablabas de la “praxis” del amor, al principio no entendía lo que querías decir, y aprovechabas para “educarnos”, nos explicabas la etimología de las palabras. En fin, nos enseñaste a amar amándonos, a unos cipotes ordinarios y algunos de esos cipotes hicieron cosas extraordinarias por ese amor, sobre todo el amor al pueblo sufrido que vos tanto amaste. Recuerdo que muchas veces me tocó estar detrás de tu silla en el altar para levantarte la “casulla” cuando te levantabas de la silla, me era difícil pues en ese entonces era más “tímido” de lo que soy ahora.
Otro domingo me tocó llevar el vino y el agua, y resulto que cuando iba caminando hacia el altar, las manos me temblaban tanto que se me cayó (y quebró) donde iba el vino.
En 1973 vos y el “equipo” estaban preparando el primer” Encuentro de Promoción Juvenil” para hombres, y yo no había hecho la primera comunión, entonces el Padre Celso Argomaniz y otros me prepararon para hacer mi primera comunión a mis 16 años. A partir de ahí surgieron nuevas inquietudes en mi vida. Como por ejemplo el pensar en la vida religiosa como una opción más personal…
Hasta hace poco pensaba en que cómo fue posible que vos celebraras esa misa en el Cervantes, cuando la parroquia más cercana es San Francisco, es decir que le correspondía a Monseñor Urioste, sin embargo, fuiste vos, todo pasa por una razón. Te vi como el cura párroco que me hizo ver la religión desde otra perspectiva, el cura que reía, se acercaba a nosotros para conocernos; el padre no-biológico, muchos de nosotros teníamos padre en la casa pero que casi no actuaban como tales; el compañero que nos acompañó en nuestro caminar y, por cierto, que fueron diversos los caminos. Vos estabas ahí, no adelante o atrás sino a nuestro lado. Pero, sobre todo, eres el amigo, que, al modo de Jesús, el de Nazaret, nos aceptó tal cual éramos en aquel entonces y hoy día nos sigue aceptando tal como somos, y aquí entra tu frase: “cada uno es cada uno con sus cadaunadas” pero a veces esas “cadaunadas” eran “burradas”, pero vos estabas y estas ahí, para apoyarnos.
Para mí sos “Profeta y Mártir”, por supuesto que no desde la definición vaticana. Fuiste profeta en tierra extranjera, (al igual que Jesús, al que seguías) en nuestra tierra, El Salvador. Profeta porque dijiste (denunciaste) lo que dijiste solo como vos sabias hacerlo, anunciando la verdad, porque no se puede anunciar “la buena noticia” sin denunciar aquello que impide que esa noticia sea buena. Y por eso te “expulsaron”, quisieron “callarte” pero no pudieron lograrlo, por eso para mí sos “mártir”.
Muchas gracias por haberte cruzado en mi camino”.

Toño Grimaldi, Concord, California, EUA.

“No puedo hablar por los demás, pero sí por mí.
Tu paso por mi vida marcó mí camino. De alguna manera, Padre Plácido, viejo amigo, aprendí a ser un poco más humano. Que tengas buen viaje, que el trayecto sea agradable y que a la llegada te esté esperando El Sembrador para cantarte VOLVERE A MI PUEBLO CANTANDO, VOLVERE A MI TIERRA, MI HOGAR. Porque tu espíritu es grande, y vas a tener que volver a El Salvador para seguir abogando por los necesitados. Vas a tener que volver a los tamales, las pupusas y por supuesto, las Pílsener bien frías. La vida tiene un principio y también un final. Lo que hubo en el intermedio, lo escogemos, a veces de manera atinada, algunas veces sin querer queriendo. ¡DEJA TU PATRIA, DEJA TU CASA Y VEN TRAS DE MI!
Hasta pronto”.

Alfonso Avelar, (Pirinjuin), San Salvador, El Salvador.

“Lo que quiero decirle a mi querido Plázido:
Aprecio mucho nuestro caminar juntos en la lucha de liberación de nuestros pueblos: el pueblo vasco y el pueblo salvadoreño estamos unidos de corazón hasta la victoria final.
Gracias Plázido por tu contribución, tu aporte y tu dedicación a nuestro proceso revolucionario.
En solidaridad y amor”.

María Lorena Cuéllar Barandiarán, San Salvador, El Salvador.

“No es fácil despedirse del padre, pero es un gesto de amor hacerlo con agradecimiento aún con el dolor del desprendimiento”.

Carolina Quintanilla, San Salvador, El Salvador.

“Querido amigo Plázido:
Tu vida ha regalado luz y esperanza a muchos corazones. Como dice aquella canción que cantábamos en los corrillos de San José: “Amar es entregarse, olvidándose de sí”. Agradezco a la vida por haberme permitido cruzar mi destino con el tuyo. Me salvaste en un momento particular de mi vida, y Dios sabe muy bien de esto.
Gracias Plázido.
Te quiero siempre”.

Guillermo Cuéllar Barandiarán, (Piquín), San Salvador, El Salvador.

“Amigo Plázido:
El camino puede ser largo o corto, no por los años vividos, sino por lo que realizamos en nuestro andar en nuestra casa mayor: la Tierra.
Los tuyos fueron largos en El Salvador y han dejado huellas imborrables.
Aprendí de ti, el respeto a otros pensamientos y mantenerme firme en los míos.
Agradezco a la vida el haber compartido un pequeño espacio de tus andares por El Salvador.
Gracias Plázido”.

Ana María Minero Cornejo, San Salvador, El Salvador.

“He sido bendecida muchas veces, tú eres una de esas bendiciones que marcó mi vida para bien. A pesar de la distancia y el tiempo continúas presente en mi vida y así continuará. Te recuerdo entre nosotros, entre cantos, con la vida empujándonos a todos y te recuerdo hablándonos del evangelio, contigo entendí muchas cosas, pero sobre todo vivir con poco equipaje, como solo en esa época logré hacerlo.
Quererte: siempre”.

Ada Verónica Lémus, (Kathy), San Salvador, El Salvador.

“Agradecer a Dios por su mucha misericordia, el montón de bendiciones recibidas, despedir al hermano con el hasta luego… y poder decir, misión cumplida.
Unión de oraciones”.

Fermín Moriones, (Padre Agustino Recoleto). Panamá.

“Querido Plázido
Es tan difícil encerrar con palabras lo que tú has significado en mi vida.
Fuiste el padre que nunca tuve, el amigo que escuchaba sin juzgarme, el cómplice y compañero de lucha, el hermano solidario, el maestro que enseñabas con tu ejemplo de vida. Tantos recuerdos…
Gracias por todo tu amor y tus enseñanzas. Quiero que sepas que siempre te llevo y te llevare en mi corazón hasta mi último momento.
¡Hasta siempre!”

Ninfa Flora Castellanos, Edmonton, Canadá.

“Pako…Siento un gran dolor en mi corazón no te lo imaginas (pero como él decía el amor duele) ese amor que todos le teníamos. Su pronta partida se acerca, pero mi alma está contenta porque, aunque dejará este mundo, pronto estará con los suyos y gozará de la presencia de nuestro señor y dejará de sufrir, ya que las enfermedades que ha enfrentado han sido muy dolorosas y las ha enfrentado con mucho coraje y valentía como pocos lo hubiesen soportado”.

Lydia Elizabeth Torres L., San Salvador, El Salvador.

“Muy querido Gran jefe
Nos conocimos por primera vez cuando llegamos con Francisco (Paco), y una tropa de cipotes guanacos – ¡británicos!, invadiendo la casa Parroquial de Garralda. Contigo conocimos la belleza de sus tierras vascas y su gente y a toda tu bella familia: Patxi, Socorro, Adolfo, José Javier, Angelines, y todos sus hijos, hijas, nietos y nietas.
Tantas veces nos has recibido con todo tu amor y generosidad y por medio tuyo he podido acercarme más a la increíble historia de la Comunidad en El Salvador y a conocer un poco más por tu medio a la siempre amada y recordada mamá biológica (Paty Cuéllar) de nuestros hijos: Maite, Javier y Gaby. Nunca se van a olvidar de las celebraciones de fin de año cuando una vez salieron con tus sobrinos como “Vacas Locas” y soldados romanos para celebrar en los bares de Aoiz y regresaron inconscientes gracias al Patxarán y al licor de durazno. Pablo te recuerda como a un gran abuelo siempre cariñoso.
Cada uno de nuestros viajes a Navarra, en diferentes estaciones del año, nos han quedado muy grabados en nuestra memoria y corazón, recorriendo las montañas, pueblos y ríos juntos contigo; comiendo migas, morcillas, con unos buenos tintos; tu generosidad en buscar la nieve sabiendo que me encantaba. Me ha conmovido siempre la generosidad, solidaridad y el cariño de tu pueblo y de tu familia hacia nosotros y, como buena irlandesa, ¡te lo agradezco de todo corazón!
Eres parte de nosotros y de nuestra familia y estarás siempre en nuestros corazones como amigo, compañero y padre. Te queremos mucho”.

Pauline Ann Martin, (Osa), Oxford, RU.

“Querido Amigo
Me siento conmovido y no puedo apartar de mi corazón la huella que dejaste en mí, en la forma de ver a Dios, de amar al prójimo y sobre todo de servir a los demás.
Tú fuiste una de esas escasas personas que Dios puso en mi camino, para cuestionar mi vida, te agradezco mucho por todo esto.
No es un adiós, sino un hasta luego.
Como decimos los Scouts, ¨muy pronto junto al fuego nos reunirá el Señor
Con amor”.

Dr. Carlos Alberto Meléndez Osorio, (Kalache), San Salvador, El Salvador.

“Hay humo entre tú y yo, ¡Señor hay humo!
Los años que pasamos juntos en nuestra querida parroquia de San José, junto a los Agustinos y la JUCEM viven y vivirán en nuestras memorias colectivas, ya que fueron años de formación para la vida. El eje motor siempre fue P. Plázido y es por eso que lo llevamos y recordamos constantemente, ya que IMPACTÓ a cada uno de nosotros. Fueron años de aprendizaje y vivencia que no pasarán en vano por nuestras vidas. Hasta siempre y fidelidades hermano Plázido”.

Jorge A. Rodríguez, (El choco), Santa Bárbara, EUA.

“Padre Plázido
Encontrarte en mi camino significó una mirada hacia mi vida y hacia el mundo de una manera nueva y distinta. Dolorosa, cortante como el Cristo que yo creía servir…
Gracias porque me ayudaste a descubrir que todavía era tiempo de retomar el camino. Plázido amigo, confesor y sacerdote.
Esta canción me recuerda mucho a ti:
“Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar.
Nunca perseguí la gloria ni dejar en la memoria de los hombres mi canción…
Caminante son tus huellas el camino y nada más; caminante, no hay camino, se hace camino al andar…
Al andar se hace camino y al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar.”
Que Dios te bendiga Plázido y hasta el reencuentro con Nuestro Señor”.

Virginia Rodríguez, Santa Bárbara, EUA.

“No Quiero dejar pasar este momento para decirle a nuestro Plázido, que la Bendición de hace cuarenta años en nuestra Boda, nos acompañado cada momento de nuestras vidas. Isabel y yo te hemos recordado y visibilizado en la ceremonia que llevaste a cabo en esa maravillosa ocasión y es lo que nos ha mantenido unidos hasta esta instancia y es la base firme que hasta ahora nos mantiene. Y con tu ejemplo de lucha, en este momento, nos sigues dando la fortaleza para seguir por este camino empedrado y escabroso”.

Isabel y Daniel Rodríguez, (Hirohito), California, EUA.

“Mi amado Placido,
Un día me dijiste que tu no eras mi padre sino mi amigo.
Déjame decirte que a mis 59 años mi corazón te llama PADRE.
Gracias por tu amor incondicional para mí y tantos otros.
A muchos nos salvaste con tu cariño, expresada en bromas y abrazos.
Las verdades que me enseñaste las tengo metidas en mi interior.
Tu estuviste en mi cuando me la jugué muchas veces para intentar decir una verdad denunciando la injusticia que sufre nuestra gente inmigrante en Los Estados Unidos usando el poder de la televisión. Tus lecciones de ética con el testimonio de tu vida, acorde a tus principios, resuenan en mi interior y siento el calor de tu abrazo al despedirnos en 1998.
(Hace un año) Fui a un convivio de los ex-militantes del FUR-30 y estábamos platicando, me encantó que yo hable de ti y tu reflexión en (el periódico) El Faro al decir: “Yo comenzaría de nuevo, organizando desde el principio, reactivando las comunidades de base”. ¿Sabes qué? Mincho Cuellar y otra gente presente ni me dejaron terminar la frase porque habían leído también el articulo y hablaron de cómo les pego. Este fin de semana, fui a Suchitoto y Patricia Morales Tijerino, sobreviviente de la masacre de catedral en el 79 dijo lo mismo, citándote en ese artículo. ¿Te das cuenta hasta donde sigue llegando tu influencia?
Yo sigo visualizando que iré a verte y te cantaré con la guitarra, aunque ya no tengo aquel chorro de voz. Si, de nuevo, tu alma de guerrero heredada de San Miguel Arcángel nos da una buena lección a los que a veces dudamos que la misericordia de Dios es infinita, yo iré a darte un gran abrazo así sea que me vaya en patineta y juntos volveremos a cantar
VOLVERÉ A MI PUEBLO CANTANDO
VOLVERÉ A MI TIERRA A MI HOGAR
VOLVERÉ A MI HUERTO MI PRADO
DONDE ACOSTUMBRAVA SOÑAR
Y CAMINARÉ POR EL SENDERO,
DONDE LOS ARROLLOS VAN AL MAR…
Te amo”

Carolina Fuentes, (La Chiquitica), California, EUA.

“Plázido:
Mucho me alegró que un día, nos hayamos encontrado. Mucho de lo que ahora soy, te lo debo a tu persona; te agradezco mucho que te hayas hecho salvadoreño con todos nosotros…tuviste la humildad de querer seguir los caminos de Dios con el pueblo salvadoreño…
Siempre has estado conmigo y lo estarás hasta que tenga que dejar esta tierra… Yo quede marcado por esa experiencia del caminar contigo y con la comunidad. Pienso que ello nos ayudó a sensibilizarnos a la realidad que vivíamos y a participar en las luchas de nuestro pueblo. Y eso mismo me sigue ayudando a entender los signos de los tiempos en un mundo que se vuelve cada día más confuso, pero gracias a lo que sembraste en nosotros, todavía podemos discernir y tener esperanza en lo que ha de venir.
La vida sigue siendo “eterna en cinco minutos”, ¿recuerdas? O en aquel “volver a nuestro pueblo cantando”. Talvez el sueño no se convirtió en realidad como lo esperábamos, pero la esperanza sigue viva, y por ello hace algunos días hemos conmemorado la muerte de Monseñor Romero aquí, en Toronto, con los nuevos retos como el de la (anti) inmigración. La guerra popular se perdió en nuestro terruño, pero la lucha sigue en cualquier parte en que nos encontremos y eso es fruto de lo que aprendimos contigo y con la comunidad.
Muchas, muchas gracias por haber sido muy solidario con todos nosotros”.

Oscar Armando Benavides, (Kanihto), Toronto, Canadá

“Querido y recordado Plázido:
Brevemente quiero hacerte saber lo mucho que te quise y aún te quiero y te recuerdo. Todo el bien que tú me hiciste con tus sabios consejos y dirección espiritual tienen un valor indescifrable para mí. Fuiste para mí un amigo, un padre, un hermano, un camarada y mi confesor. Dios te bendiga por siempre”.

Ricardo Andino

“A Plázido lo conocí en 1974 en uno de los encuentros de promoción juvenil en Casa de Piedra, cuando apenas tenía creo 38 años. Entre otras cosas me impresionó su serenidad y el gran aprecio que le tenían algunos jóvenes como: Esponja, Rina, Rosy Peña, Pikín, entre muchos más.
Cuando celebremos los 25 años de San Romero se hizo presente entre nosotros y después de la Procesión de los Farolitos platicamos unos breves momentos. Lo convidé a Guate y para sorpresa mía llegó allá. Aproveché lo más que pude este noble gesto, entre otras cosas les habló públicamente a unos 1300 jóvenes.
Ánimo Plázido, estamos contigo con nuestras oraciones para que el Señor, María de la Paz, Monseñor Romero, Gerardi, y otros, te asistan en estos mementos humanamente duros, pero al mismo tiempo también llenos de mucha gracia de Dios.
Por favor me encomiendo a tus oraciones por mi responsabilidad comunitaria actual como visitador de nuestra Provincia Somasca de CA y El Caribe. La próxima semana voy en una dura misión en visita a Haití – Dominicana. Tú ya haces milagros”.

Fraternalmente: tu hermano Mario Ramos, (Zopilote), Guatemala.

“Conocí a Plácido en el colegio San Agustín de Panamá. Hombre entusiasta, echao pa’lante, apasionado. Me gustó que nos empujaba a comprometernos con la realidad panameña. Nosotros, jóvenes aún asustadizos, que apenas salíamos del ‘cascarón’ del colegio a la universidad, éramos animados por este cura fortachón que comunicaba mucha seguridad.
Entré a la Compañía de Jesús y volví a ver a Plácido en San Salvador. Supe de su compromiso y de los peligros que pasó. Siempre quise mantener comunicación con él, pero era difícil.
Espero que la semilla que, de alguna manera él sembró en mí, siga fructificando”.

Jorge Sarsaneda

​“Por mi parte agradezco a Dios su vida y el habérnoslo prestado en un momento tan crucial en la vida de una persona como es su adolescencia, recuerdo los encuentros y lo recuerdo cantando: Alegre la mañana que nos habla de ti con voz fuerte y sonora, en la mañana de los días de encuentro…
Su herencia ha sido para nosotros y nuestros hijos que nos han visto vivir en presencia de Jesús y hacerlo parte de nuestras familias. Él es la alegría del evangelio, agradecemos a su hermano y familia…”

Marta Celina Perla, San Salvador, El Salvador

“Hola Gran Jefe”
Todavía a pesar de la distancia y el tiempo trascurrido resuena en nosotros la presencia del Gran Jefe Plácido; tal vez nunca hubo oportunidad de agradecerte toda tu aportación a nuestras vidas … Pero hoy te digo gracias por todas esas semillas lanzadas desde tu ser a nuestros pastos tiernos en aquel entonces y ahora de algún modo floreciendo en nuestras realidades. Plácido que toda la luz y el amor de dios sean contigo, recibe desde lo más profundo de nuestro ser un fuerte y amoroso abrazo y que la paz sea en ti ….”

Gonzalo Rivas Acosta, (Chalo), San Salvador, El Salvador.

“Pensar en Plázido me despierta un sentimiento de agradecimiento por la gran huella dejada por él aquí en El Salvador, especialmente por su contribución en la creación de conciencia crítica en lo político, social, religioso, teológico. Veo que le marcó la vida por siempre a muchas personas que tuvieron el privilegio de vivir en comunidad con él; de alguna manera puedo dar fe, que mientras unas y otros tenían esa experiencia cotidiana con él en San Salvador de los años 70s en la comunidad San José, yo lo comencé a conocer a distancia cuando aún vivía en mi pueblo Sesori, San Miguel, eso cuando Plázido tenía los domingos el programa EL MINUTO DE DIOS y yo me rebuscaba para ir a donde algún vecino que tenía televisor para poder escucharlo. Fue hasta que yo emigré a San Salvador, en noviembre de 1978, especialmente a partir de 1979 cuando me vinculé a la comunidad en la capellanía de la colonia Guadalupe de Soyapango, es cuando tuve el privilegio de escucharlo en vivo, cuando me lo presentaron en la casa de Paco Calles; después se nos vino la guerra encima y le vi en un evento de Mons. Romero invitado por el Equipo Maíz; tiempo después participe en un encuentro que él tuvo con la comunidad San José, fue la última vez que le vi, aunque platicamos algunas veces a través del teléfono antes que su salud desmejorara. Hoy que emigré a Carolina del Norte me alegré al encontrar en una librería de usados el libro “Archbishop Romero Martyr of El Salvador” Es lo único que tengo escrito por él. Gracias Plazido por este histórico recuerdo.”

José Fidel Campos Sorto, Carolina del Norte, EUA.

“Muy querido Plazido,
Queremos hacerte llegar todo nuestro inmenso aprecio y cariño. No pudimos estar cerca de ti en las últimas décadas, pero siempre te hemos llevado muy dentro de nuestros corazones. Todavía tenemos presente en nuestra memoria cuando llegaste a visitarnos a Bélgica y pudimos conversar ampliamente sobre nuestra experiencia dolorosa en Managua. Era como despertar de una pesadilla en la que muchos de nuestros sueños se vieron destrozados, pero sobre todo la confianza que era lo más difícil de recuperar, como tú lo decías.
Han pasado muchos años desde entonces y la vida continua, y con ella nuestro inmenso cariño por ti, que siempre te recordamos como un referente moral, como el amigo, el compañero, el padre y el hermano que supo compartir su cariño, su ternura y su amistad cuando más la necesitábamos.
Tu sonrisa y tu inmensa humanidad nos acompañan siempre para seguir adelante en este arduo camino por construir una sociedad más justa… por la sociedad con la que soñaste y trabajaste sin descanso.
Deseamos que tu salud mejore y que te sientas bien.
Estamos contigo hoy y siempre.
Te enviamos un inmenso abrazo con todo nuestro cariño”.

Tono y Marily, San Salvador, El Salvador.

Plázido y Gato:
Saludos fraternos y vaya para ambos el más fuerte de los abrazos. “Hermosa encuentra la vida, quien hermosa la construye”, dijo Otto René Castillo.
Nuevamente, un abrazo

Juan José Dalton, San Salvador, El Salvador.

“Dale un abrazo de mi parte a Placido… Sin duda un compañero ejemplar al que deberá recordarse por generaciones… si tienes la fortuna de conversar con él dile que los del yolocamba lo llevamos en nuestros corazones, por siempre…”

Roberto Quezada, grupo musical “Yolocamba I Ta”. San Salvador, El Salvador.

“Que noticia más tremenda y al mismo tiempo recuerda que la muerte es parte de la vida… pero nos cuesta hablarlo y aceptarlo. Un abrazo inmenso a vos y dale uno igual al viejo. Siempre me encantó su fuerza, ironía y claridad.
Fraternalmente”,

Paty Silva, cantante, San Salvador, El Salvador.

“Nuestro pueblo salvadoreño sabrá siempre valorar su grande y generoso aporte al movimiento revolucionario salvadoreño. Siempre lo recordaré en las misas de La juventud, de la Iglesia San José (incendiada) en San Salvador, en la segunda mitad de la década de 1970. Y posteriormente su incorporación en nuestras queridas y genuinas FPL”.

Ramón Arita

“Dile que un grupo de la comunidad de Calle Real le recuerdan con mucho cariño y que no hay palabras para decirle lo eternamente agradecidos por su acompañamiento, solidaridad y amor por este pueblo. Que Dios le pague su sacrificio y vocación pastoral”.

Ramírez Dan

“Gracias Compa, si me entere de la pobre salud de Placido y me duele mucho ver que está tan delicado. Yo siempre he mantenido una constante comunicación con él pero desde hace un par de meses no recibo respuesta a mis mensajes y hoy entiendo la razón. Por favor hazle llegar mi más cariñoso saludo acompañado de mis mejores deseos porque pronto recupere su salud. Han desfilado por mi mente todas las experiencias vividas dentro de la Organización y su brillante aporte en la organización de las bases y su firme posición política e ideológica y muy especialmente su fidelidad y firmeza en la lucha por conservar viva la imagen de Marcial y Monseñor Romero. Abrazos Proletarios”.

José Roberto Villegas, Australia.

“Dámele un abrazo y saludos al compa, desde aquí El Salvador, la tierra de mártires Monseñor Romero, Farabundo, Marcial, Feliciano Ama, Prudencia Ayala, y de muchos hombres y mujeres que han ofrendado la vida, le estamos enviando mucha buena vibra desde Cuscatlán, El Salvador”.

Álvaro Sermeño, San Salvador, El Salvador.

¡Hasta siempre Compañero Plazido, por la vida adelante, tu tenacidad perdura como ejemplo de dignidad!!!!

Pawee Reyes, Adolfo Payes, Oscar Vázquez

“Plazido, compañero, hermano… El ejemplo de tu vida es el faro que guía nuestros pasos en la construcción de un mundo mejor…
MAITE ZAITUGU!”

“Estimada familia, amigos y compañeros,
Nuestras sinceras condolencias y cariñosos saludos a todos.
Tuvimos el privilegio y placer de conocer a Placido en los años 80 cuando estaba viviendo en Nicaragua, entregado a la lucha del pueblo salvadoreño, muy cercano a los refugiados salvadoreños que salieron huyendo de las masacres y la represión en El Salvador. Allí le conocimos, con las FPL, el Bloque Popular, la Conip y como persona querido y especial que era. A pesar del tiempo no le hemos olvidado y no le olvidaremos.
Un saludo solidario a todos”

Liseth Rodriguez, refugiada salvadoreña en Nicaragua. Desde Holanda. (Liset fue la niña en el funeral, casi clandestino de Marcial, que leyó un poema. “Dale un gran abrazo… de la niña que leyó un poema para nuestro pueblo salvadoreño, para Marcial, para Plazido… él lo sabe!”)

“Estimado Chepe:
La imagen que guardo de Plazido es su sonrisa franca y fraterna que contagiaba nuestros ánimos en la perspectiva de trabajar por el Proyecto del Pueblo.
La humanidad tiene esperanza, pues existe personas como Plazido que hacen de su vida la causa de los pobres. PLAZIDO, MISION CUMPLIDA.
Gracias a ti Chepe por hacer fluida tan importante información.
Fraternalmente”,

Miguel Ventura

“Esperamos ya no siga sufriendo, que se sane, o se vaya tranquilo, es una persona que se entregó a un proyecto, latinoamericano, o mundial diríamos, que se truncó, pero que sigue en la mente y corazón de muchos y muchas. Gracias por tu aporte, queremos verte paradito sano, y regreses a esta tierra, que te extraña y te admira como todo un internacionalista, que sigues entregado al sueño del amor y la justicia”.

Marta Consuelo Hernández

“Gracias por sentir y acompañar ese momento en nuestra representación y ante la imposibilidad estar ahí físicamente… Estamos en espíritu y pensamiento, en cada pétalo y alo de aroma de esas flores rojas y amarillas. La tía está bastante triste, pero resignada a esos designios del proceso de vivir y llegar al momento de partir. Colateralmente recibí información desde un hermano catequista residente en Toronto, Rodolfo Molina…. Y comentaba que la misa aquí sería hoy día… Pero puede que esté equivocado. Llamaré a Benito para conocer detalles y encontrar forma de participar llevando a la tia y cantandole a Placido la milonga para un fusilado. Gracias por informarnos.

MIS MEMORIAS SOBRE ELPADRE PLAZIDO ERDOZAIN
Desde adolescente, conocí la injusticia que sufrían los campesinos de mi pueblito en las cortas de caña de la hacienda Santa Bárbara, cerca de mi pueblo, y otras un poco más retiradas como la Hacienda San Francisco (San Chico), la Hacienda La Cabaña y otras, en donde eran explotados, con malos pagos, malos tratos y muchas horas de trabajo. Me dolía ese sufrimiento, pero no sabía qué hacer ante esa situación inhumana.
Durante una Semana Santa de finales de los años 60, llegó a mi pueblo un grupo de jóvenes de la juventud cristiana (?), entre los que iban Margarita Peña (Julia), hermana de Lorena Peña; y un gran músico, Ricardo Andino (Diky). Ellos nos hablaban de las injusticias sociales y de las formas de organizarnos para acabar con las injusticias; usaban la metodología de Pablo Freire. Por la noche Diky tocaba la guitarra y cantaba. Eran días bonitos en los que los jóvenes aprendíamos mucho sobre otras realidades del mundo y de nuestra propia realidad social y económica. Nos la pasábamos bien junto a aquel grupo de jóvenes cristianos que llegaban de la Capital.
Ya estudiando en la Capital, San Salvador, a principios de los 70, me enteré, que Diky Andino tenía un grupo de música rock que tocaba y cantaban una preciosa misa moderna en la Iglesia San José; y que era el Padre Plazido Erdozain quien impulsaba el trabajo del grupo y su música, con el consentimiento y también apoyo de Monseñor Urioste. Las misas de los domingos se llenaban de jóvenes y personas de todas las edades, las que también cantaban esas hermosas canciones.
Plazido tenía un excelente trabajo con la juventud y los adultos en la Iglesia San José. Pienso que fue el pionero de ese nuevo tipo de evangelización, que de inmediato nos llevó a la conformación de las primeras Comunidades Cristianas de Base, las que se multiplicaron posteriormente con el trabajo comprometido de otros sacerdotes como los padres David Rodríguez, Padre Tilo Sánchez, el Padre Trini Nieto; y otros que fueron asesinados por la dictadura, como los padres Rutilio Grande, Padre Palacios, Octavio Ortiz, Ernesto Barrera Moto y muchos otros.
Fue en los primeros años de los 70 que concluí, que quizá aquellos jóvenes que llegaron a mi pueblo El Paraíso, Chalatenango, a finales de los 60, eran fruto del trabajo evangelizador de Plazido, porque todos ellos tenían el mismo estilo, la misma formación, el mismo carisma, el mismo lenguaje y el compromiso social del Padre Plazido. La mayoría de esos jóvenes y personas con las que trabajaba el “Gordo”, como le decían sus “discípulos”, se incorporaron a las organizaciones sociales y revolucionarias de la década de los 70 y 80 y algunos de ellos jugaron un papel importante en la dirección de los organismos que conducían el proceso de lucha popular.
Conocí personalmente a Plazido por el año 74. Siempre fue para mí un referente de testimonio cristiano, evangelizador y revolucionario. Me invitó a alguna de sus reuniones con las comunidades cristianas que él tenía y me encantaba escucharlo, de igual manera que lo escuchaba en su programa de televisión “El Minuto de Dios”, programa dominical que veían muchísimos miles de salvadoreños. Era un programa de reflexión sobre el Evangelio, critica a las miserias humanas; y sobre los valores humanos. Era mágico escucharle, encantaba, y como decimos los salvadoreños: “tenía pegue”. Pero hasta ese momento no trabajé con él; sin embargo, compartíamos documentos, música, poemas, etc. Ya había algún tipo de relación.
Lo que pasaba es que, por ese tiempo, nosotros (un grupo de seminaristas) vivíamos en medio de algunas comunidades, como Ilopango y otras. A mi colectivo le tocó trabajar en la colonia Santa Lucía, colaborando con el Padre Trini Nieto, en la formación de Comunidades Cristianas de Base. O sea que ya teníamos una proyección clara de lo que queríamos y de lo que pensábamos podíamos contribuir para el avance de la lucha revolucionaria. Si yo hubiese estado suelto, perdido o sin ubicación alguna, seguro me hubiera ido a las filas cristianas del Padre Plazido.
En septiembre de 1977, un batallón compuesto por la Policía Nacional, Policía de Hacienda, Guardia Nacional, Ejército y civiles armados (Escuadrones de la Muerte), cercaron la casa en que vivíamos un grupo de seminaristas, que ya para ese entonces estábamos apoyando el trabajo evangelizador del Padre Rutilio Sánchez en la ciudad de San Martín y sus cantones Las Delicias, San José Primero, San José Segundo, La Flor, El Rodeo y otros como San Pedro Perulapán y San Pedro Perulapía, etc. De ese operativo militar nos escapamos, en medio de sus narices, sin que se percataran que éramos nosotros los “guerrilleros”. Fue un milagro que tiene su historia aparte.
Después de ese operativo, todos nos dispersamos y, como no teníamos a donde ir, en mi caso, busqué el apoyo del Padre Plazido y de Monseñor Urioste, quienes me permitieron quedarme unos días en la casa parroquial, en un cuarto grande en donde también se encontraba refugiado un abogado de la Democracia Cristiana que no recuerdo su nombre, pero le decían “Lomo de Cuca”, quien también era perseguido por su consecuencia profesional en la defensa de los Derechos Humanos.
Durante los tres días que estuve en la Parroquia San José, tuvimos tiempo con el Padre Plazido, para charlar, contarnos anécdotas, hablar sobre el Evangelio, discutir sobre el marxismo, el maoísmo, el trotskismo; las comunidades cristianas de base y compartir análisis sobre el rumbo de la revolución salvadoreña. Siempre había cosas nuevas que aprender del Padre Plazido.
Mucho tiempo después, por el año 1979, el Padre Plazido me llamó para que formáramos un grupo “semi-secreto” de las FPL, en el cual se incorporaría por primera vez nuestro querido e inolvidable dirigente Juan Chacón, quien andaba buscando organizarse, y como todo mundo, llegó al Padre Plazido. Pedí permiso a mi responsable de célula para contribuir con mi presencia numérica y experiencia, al fortalecimiento de ese grupo. Me dieron permiso para poco tiempo, diciéndome que “hasta que ese colectivo comenzara a caminar por sí solo”. En ese grupo estudiábamos el marxismo (con los libros de Martha Harnecker: Materialismo Dialéctico y Materialismo Histórico –una síntesis del marxismo, que muchos criticaban de revisionismo-). Hacíamos análisis de la realidad y planificábamos trabajo de expansión.
Juan Chacón, un obrero humilde, luchador que venía del pueblo de Tejutla, Chalatenango y que en ese tiempo estaba sin trabajo remunerado, despuntó rápidamente y a los pocos meses de reuniones y trabajo de ese colectivo, fue llamado por la dirección del Bloque Popular Revolucionario (BPR), a formar parte de la dirección de dicho movimiento, del cual pasó a ser de inmediato Secretario General. Siempre pensé que fue Plazido quien informó a la Dirección de las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo martí (FPL), el valor revolucionario de Juan Chacón, dado que Plazido era muy amigo del “Tío” (Salvador Cayetano Carpio –“Marcial”- Comandante en Jefe del Comando Central (COCEN)).
Cuando Juan Chacón se Marchó, nuestro colectivo desapareció y yo pasé a dedicarle más tiempo a mi trabajo con los campesinos del Cerro de Guazapa.
Posteriormente nuestros encuentros con el Padre Plazido ya fueron más esporádicos y eran, casi siempre, en reuniones de las Comunidades Cristianas de Base, a donde yo llegaba a cantar. Pero siempre que nos encontrábamos había un profundo y caluroso abrazo de hermanos.
Los Escuadrones de la Muerte ya habían publicado, en el año 1977, una primera lista de “terroristas” a los que había que matar, entre esa lista de “los 74”, estaban el Padre Plazido, los Jesuitas, Monseñor Romero, los sacerdotes comprometidos con el trabajo popular, los seminaristas que estábamos en San Martín y muchos otros dirigentes de las organizaciones populares. Por ello, la persecución a todos nosotros se incrementó a niveles sin precedentes, al grado de asesinar a sacerdotes, cristianos de base y a dirigentes de organizaciones populares.
Era tan terrible la represión y persecución, sobre todo a dirigentes y sacerdotes, que a finales de los 70, el padre Plazido y otros sacerdotes tuvieron que salir para Nicaragua, desde donde continuaron trabajando para apoyar la lucha del pueblo salvadoreño, buscando recursos económicos y dando a conocer al mundo entero la justa lucha del pueblo salvadoreño.
En Managua nos encontrábamos con Plazido cada vez que yo llegaba de África, en donde estuve destacado como Representante del FMLN. Realmente era una fiesta verlo, con esa eterna sonrisa y su transparencia de buen hombre, de buena y excelente persona, de un verdadero cura, de esos que te dejan marcado para toda la vida, porque sobre todo hablan con su ejemplo.
La última vez que lo vi fue el año 2006 o 2007, en el Auditórium de Derecho de la Universidad Nacional, durante la presentación del Disco de Yolocamba I Ta dedicado a Monseñor Romero. Fui a cantar con Yolocamba mi canción dedicada a Monseñor Romero “El Profeta” y desde allá arriba le vi sentado a la par de la Tía Tula, la esposa del Comandante Marcial. Cuando terminé, bajé y salí corriendo a darle un fuerte abrazo.
En mi caso, como creo que en el de muchos jóvenes y adultos de esas décadas 70 y 80, Plazido, nuestro querido “Gordo”, siempre estuvo presente, tanto en mis alegrías como en mis tristezas, en mis amores y desamores, en mis miedos y mi entrega sin límite a la lucha revolucionaria. Siempre encontré en él un apoyo inmenso y un consejo sabio para no cometer locuras y hacer las cosas como “Dios manda”, es decir, con la congruencia que requería ese momento de lucha.
El Padre Plazido era una de esas personas que marcaban para toda la vida, que dejaban huella profunda y que vivirán en nuestras vidas para siempre, hasta que también nos toque marcharnos.

Jorge Palencia

A Plácido Erdozain
Teólogo popular.
La teología popular
nació allá
entre el silencio y la lucha.
La teología popular
vibró allá
entre el combate y la miseria.
La teología popular
creció allá
entre la montaña y la ciudad.
La teología popular
estuvo allá en las manos
de miles de campesinos
y de curas guerrilleros.
La teología nació allá
Plácido allá donde vos viviste
haciendo que la teología fuera popular.
De vos nació Plácido y
estás aquí viviendo
la lucha de allá
y haciendo teología popular
con las manos abiertas
y un beso en el costado
izquierdo.
Mila ezker

Amigas y amigos salvadoreños:
En la despedida, que tributamos a nuestro hermano mayor Plazido en Aoiz, El Salvador tuvo un lugar preeminente, con la efigie de Monseñor Romero junto al féretro y sobre todo con las palabras pronunciadas por Paco Álvarez en nombre vuestro. Palabras que, al parecer de mucha gente, condicionaron positivamente la ceremonia y de forma particular el sermón del Arzobispo.
Dejadnos que en vuestra misa despedida también nuestra familia os acompañe.
De las palabras pronunciadas por Paco queremos recordar esta frase: “aprendimos que nadie libera a nadie, que nadie se libera sólo, sino que todos nos liberamos juntos;
Porque Plazido fue Plazido también por todos ustedes. ¿Quién si no le ayudó a convertirse e interpretar el evangelio desde los pobres de El Salvador? ¿Quién si no le acompañó en su compromiso por la justicia e igualdad? ¿Quién si no le ayudó a compaginar el compromiso con la cercanía y la amistad con quienes le rodeaban? Placido es uno más entre quienes hoy os habéis reunido en la misa de despedida.
En la esquela escribimos esta frase: “Un sacerdote que ha ido dejando parte de su vida en todos los lugares por donde ha pasado”
Y en vuestro pueblo se dejó la mayor parte de ella. Damos fé.
Nos une nuestro hermano y con él nuestro deseo de una humanidad más justa.
Un abrazo

Socorro, Angelines y Patxi, Aoiz, Navarra, País Vasco.

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