Pese a que he tratado de obviar la llegada inexorable del temido Hallowen, he de reconocer que me está resultando imposible.

-¿A vosotros no os pasa?.

Es por eso, por lo que en estos días voy rumiando unas reflexiones que me permito compartir con quien quiera acercarse a ellas para criticar, corregir o incluso valorar en mayor o menor medida. O sea pura cháchara.

Esto no es reciente. Resulta que cada año por estas fechas, siento venir del más allá, a nosotros, una serie de “tradiciones” que no reconozco como propias y que pretenden implantarse en nuestras costumbres y celebraciones anuales. Al principio se manifestaban lejanas y venidas desde ese continente llamado América del norte o “el más allá”. Estas visiones aparecían vagamente en nuestros televisores. Ya sabéis, en series como “El príncipe de Bell-Air”, “Cosas de casa” y “Los Simpson”. Calabazas y disfraces con el royo del truco o trato.

Después se mostraron más insistentes pero todavía livianas, en películas en las que todo el mundo moría. Moría a manos de algún espíritu que aprovechando la fecha, aterraba esos bonitos barrios americanos en los que casualmente, entre maravillosos unifamiliares con porches y jardines floridos, iluminados por un radiante sol americano, se había colado una lúgubre mansión con ventanas rotas y puertas chirriantes, en la que casualmente siempre estaba lloviendo. Será por el cambio climático, digo yo.

Bueno, pues en esa mansión vivía o moría, vete tú a saber, el dichoso espíritu asesino. Que yo me pregunto:

-¿Y quién es el arquitecto municipal de ese barrio, para permitir esa casa ahí? Porque eso si que da miedo.

Bueno, a lo nuestro. Que ahora ya se nos aparecen con vehemencia en los escaparates de los centros comerciales y pretenden sin que lo comprendamos, que adaptemos una tradición que no entendemos. Porque lo llaman tradición. Y nosotros va y lo hacemos. Y claro yo me he preguntado: ¿pero esto qué es?, a parte de una estrategia comercial para Euro Disney, Port Aventura y la serie de centros comerciales y empresas dedicadas a la venta de productos relacionados con el tema.

Es mejor enterarme bien porque si no acabaré por inercia, festejando “El día del huevo de Pascua”, “El día de acción de gracias” y hasta “El cuatro de Julio con sus cohetes”.

Resulta que estos americanos de UUEE, que son muy recientes históricamente y una nación uniforme pero hecha a base de inmigrantes, la mayoría europeos y con sus costumbres, nos la quieren dar con queso.

Esto del “Jalogüín”  lo inventaron los irlandeses,  y se lo llevaron para allá no hace tanto tiempo, en 1840.

La palabra viene del “All halows eve”, el día de todos los santos. Y la festividad celta, que es el origen de todo esto, era conocida como “Samhain” que significa fin del verano.

Reza la tradición, que la línea que une este mundo con “el otro”, se estrecha al final del verano y los espíritus buenos y malos pasaban al lado de los vivos para acercarse a sus familias. Los buenos eran bien recibidos y los malos eran ahuyentados por los jóvenes, que disfrazados de espectros los alejaban.

Pero sobre todo en “Samhain”, las familias celtas acopiaban suministros para el duro invierno.

Después la iglesia católica, como en otras ocasiones, cristianizó la fiesta pasando su “Día de todos los santos”, que era el 13 de Mayo al 1 de Noviembre.

Por lo visto un mar da para mucho y entre las dos orillas del atlántico hay espacio más que suficiente para que las tradiciones se modifiquen y se mezclen.

La calabaza parece que representa el castigo de un tal “Jack el tacaño” condenado a bagar entre el cielo y el infierno por haber engañado al diablo por dos veces, consiguiendo así no entrar en el infierno, pero siendo rechazado en el cielo por San Pedro por sus malas obras. Nada que ver con “Samhain”.

Lo del truco o trato también viene de este engaño de Jack al diablo, lo de disfrazarse viene de los celtas, lo de pedir caramelos y contar historias de miedo, ni idea.

Bueno, pues eso es lo que he descubierto después de una larga investigación de media hora. Yo por si acaso tendré muy en cuenta no ir a casa de nadie a pedir caramelos no me valla a llevar un buen susto.

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