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Irene y David Gutierrez Alcántara, hermanos y dueños de Panakery, elaboran artesanalmente todos los productos y con ingredientes ecológicos. jesús caso

Prácticamente imperceptible. Nada más atravesar el umbral de la panadería-pastelería ecológica ‘Panakery’, en Sarriguren, el tiempo juega a detenerse apenas unas milésimas de segundo. El olor a pan recién hecho se entremezcla con la fragancia de una tarta de manzana casera y un pomelo recién cortado. Como en los viejos tiempos, el reloj deja de tener importancia y la calma vuelve a convertirse en “la mejor aliada para cocinar cualquier alimento”. O eso dicen.

Dejando a un lado los productos artificiales y la “facilidad” de los panes congelados, los hermanos Irene y David Gutiérrez Alcántara, vecinos de Sarriguren y Aoiz, respectivamente, llevan desde mediados de julio al frente de la primera panadería ecológica de Sarriguren. “Amasamos el pan sobre madera y solo utilizamos masa madre (harina ecológica, sal y agua), sin levaduras ni otros artificios”, afirma David, de 39 años y quien se encarga de elaborar desde las 5.30 horas las cuatro variedades que actualmente ofrece en su establecimiento de la calle Bardenas Reales. Se trata de pan blanco, semi integral con semillas, integral y de centeno con pasas y nueces.

De momento, el artífice, que ya había amasado cientos de barras en su casa antes de comenzar en el negocio, elabora 80 unidades al día y, según sostiene, suele venderlo todo. “Con el nuevo curso y la gente viviendo más ordenadamente que en verano, quizá tengamos que ajustarnos”, vaticina David. Con un coste de 2,80 euros la hogaza, los hermanos Gutiérrez aseguran que “compensa”. “El peso de cada barra es de 700 gramos, mientras que las convencionales no superan los 300. Además, aguantan dos o tres días sin problema”, argumentan.

MASA PARA MAGDALENAS

Sin embargo, David no se encuentra solo. Su hermana Irene también se ha embarcado en la aventura. “Yo me encargo de la repostería, casera, ecológica y natural”, enumera. Sin seguir un recetario fijo, aunque adaptándose a las demandas más solicitadas, esta madre de una niña de 5 años crea cada mañana las tartas, bizcochos, magdalenas y galletas que va a servir. En un horario un poco menos tempranero que David, la mayor de los hermanos comienza la tarea dos horas antes de abrir al público, a las 9 horas. Sin dejar de remover la varilla, Irene realza el valor de lo casero. “La gente se interesa por que es comer aquello que nos gustaría cocinar, pero que no tenemos tiempo”, expresa. Sin vender coca-cola ni kas, la pareja de emprendedores se decanta por los zumos naturales, té moruno con hierbabuena o zumos naturales. “No hay nada artificial”.

Komunikabidea: Diario de Navarra

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