Hay una calle en Aoiz que solo permanece abierta cuatro de los 365 días del año, de martes a sábado de carnaval. De apenas cien metros, sin asfalto ni nombre oficial, conocida popularmente como calle de Cascabobos y Mascaritas, fue el escenario de un crimen y ha sido integrada en el carnaval rural agoizko, para purificarla como colofón de las fiestas con la quema de Ziriko y Kapusai.
Este añadido a la fiesta desde hace cuatro años fue iniciativa del grupo de danzas, que junto a la sociedad Angiluerreka y con el respaldo del Ayuntamiento, ha impulsado el carnaval rural agoizko y sus singulares personajes, cascabobos y mascaritas, que son los encargados de abrir cada año para cuatro días esta vía privada que desemboca en la plaza del Mercado, con su espectacular salida rodeada de humo y petardos. También de cerrarla, después de su purificación, cuando la cruzan con las antorchas prendidas en la hoguera.
Transmitida por la tradición oral, la historia de aquel asesinato acontecido entre sus casas, sin que se sepa la fecha exacta, (próxima al centenario), tan solo narra cómo aprovechando la oscuridad de la noche y el anonimato de las máscaras, un vecino mató a otro de una puñalada. Desde entonces, la calle permaneció cerrada y el grupo de danzas pensó en la posibilidad de abrirla por unos días como argumento para ampliar el montaje del carnaval.
La recuperación de esta leyenda fue más lejos y el grupo Karrika Euskara Elkartea, con la ayuda del Ayuntamiento, editó trípticos para dar a conocer la crónica en el pueblo y en el colegio como un elemento más del pasado de la localidad, sin incidir ni hurgar en los nombres de los auténticos protagonistas. De este modo, se introdujo en el carnaval de Aoiz un elemento nuevo de purificación de una calle marcada que el Ayuntamiento limpia e ilumina solo para darle vida estos días.
“Esta historia se ha trabajado mucho y ha merecido la pena, porque ha contribuido a que el carnaval rural haya cogido aire en Aoiz y a que pueda recuperar la importancia que tuvo en el pasado, antes de que fuera interrumpido por la Guerra Civil”, apunta el alcalde, Unai Lako. Una vez más, éste recalca el empuje proporcionado por la juventud, trikitrilaris, gaiteros, txaranga, dantzaris y zanpantzar, que recorren el primer día el pueblo para recoger huevos y chistorra, la materia prima con las que elaboran tortillas para las cenas; y el esfuerzo de los bares como patrocinadores del concurso de disfraces en el que participan las cuadrillas acompañadas de la Txaranga Bilaketa, en la ronda más vistosa y original del año.
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