El gesto es muy sencillo y, al mismo tiempo, enormemente generoso: pides un café en un bar y dejas pagado otro para quien no pueda permitírselo. El conocido como ‘Café Pendiente‘ surgió en el siglo XVII en la ciudad italiana de Nápoles. La actual crisis recuperó la idea y la extendió por medio mundo. Este año, inmersa dentro de esa gira mundial, la iniciativa llega a Aoiz convertida en ‘Entrada Pendiente‘. El mecanismo es el mismo, aunque la solidaridad se muda a las piscinas.

“La idea consiste en promover que la gente pague de forma anónima una entrada para la piscina a alguien que no puede permitirse el lujo de hacerlo. Sobre todo, pensamos en los niños, que no tienen culpa de nada y son los que más sufren las consecuencias de la crisis”, explica Jorge Vaquero, el gerente del Complejo Deportivo Kanpondoa, que cuenta con cerca de 700 abonados.

logoa-kolorezEl proyecto, impulsado por el colectivo social Sarean y Kanpondoa, ha resultado un éxito en su primer verano de andadura, en el que se han vendido entre 40 y 45 entradas pendientes. Una cifra que “sorprende muy gratamente” a los promotores. “Temíamos que la iniciativa fuese demasiado ambiciosa porque quienes participan tienen que desembolsar entre 5 y 7 euros por entrada. No es lo mismo que pagar un café. Pero, mira, los vecinos de Aoiz nos han dado una lección de solidaridad”, comenta Vaquero.

Ahora, los impulsores buscan dar un volumen mayor al proyecto y aspiran a continuar con la iniciativa en invierno, de manera que la ‘Entrada Pendiente’ permita el acceso a las distintas instalaciones del complejo deportivo, como el gimnasio o la piscina cubierta. Otra de las ideas es extender el plan a otras entidades del pueblo, por ejemplo, a las actividades de la Casa de Cultura.

“Estos plantes están en el aire, pero sí hemos acordado guardar las diez entradas que han quedado sin usar este año para que se puedan disfrutar el próximo verano, ya que los precios en invierno no son los mismos”, adelanta el gerente de las piscinas.

UN CAFÉ PENDIENTE, POR FAVOR

El barcelonés Gonzalo Sapiña, de 26 años, descubrió el ‘Caffe Sospenso‘ italiano en un artículo de periódico y enseguida pensó que era buena idea importarlo a un país con seis millones de parados. Para ello, creó en marzo la plataforma Cafespendientes.es y, desde entonces, ya son más de 400 los locales que se han adherido a la iniciativa en España.

“La labor de los establecimientos es dar a conocer el proyecto, y los clientes son quienes realizan el acto solidario. Así que hay que animar a todos los propietarios de locales a que se sumen a la iniciativa para que cada vez más personas participen”, comenta Sapiña.

El canario Jonay Estevez, afincado en Villava, es uno de ellos. Su bar, el Bikintza, ha sido el primer local navarro en añadir los cafés solidarios a su carta. Este hostelero de 27 años se unió a la iniciativa en abril tras ver un reportaje en televisión y, desde entonces, ha marcado más de 30 rayas sobre una pizarra que enumera las tazas pagadas en su establecimiento. “Me pareció una buena manera de ayudar a los demás ahora que está mal la cosa. Sobre todo, he servido cafés a hombres mayores de 30 años que viven en la calle. Las mujeres, de momento, no se animan a pedir”, indica.

La buena voluntad de Jonay llega más allá de la barra de su bar, ya que destina el importe íntegro de los cafés pendientes y el bote que recauda a final de mes a los comedores sociales de Cruz Roja.

Komunikabidea: Diario de Navarra

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