Era en la vereda de otro invierno.
Cuando son las noches presurosas.
Hacia las primeras luces del alba,
acariciando aun el tapiz otoñal de nuestra tierra
se disipaba la esperanza.
Era anoche…
Pero era el aroma
de otros cielos otoñales.
Eran otras noches presurosas.
Y tras ellas, amanecían brotes de primavera,
y un horizonte gris, un mal sueño
hacia tenue la luz de las luciérnagas…
Era anoche…
Aun en aquel estío,
en los campos de amapolas,
en la rutina de los días…
Resonaban botas de uniformes.
Botas que cargaban fusiles.
Oscuridad que ocultaba la injusticia
de aquella noche presurosa.
Era anoche…
Y un jolgorio de teléfonos
en las primeras luces del alba.
Y miedo, mucho miedo…
Era anoche…
Y es hoy, aunque agridulce, un amanecer más calmado.

Sagarmin

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