El ‘twerk’, un baile con el que abrazarse y reivindicar
Todo comenzó con Nerea Arizkuren –de hecho ANERK hace referencia al nombre artístico que se puso cuando era pequeña: “La A es de Arizkuren; N, de Nerea y ERK, de twerk”, explica–, cuando la vecina de Aoiz de 25 años tan solo tenía 14 y decidió aventurarse en el mundo del baile. Con los años, y después de regresar de Madrid a Pamplona, pasó a ser profesora en una escuela de la capital navarra “en la que no había mucha gente, pero todo estaba muy estigmatizado y apenas se podían generar vínculos con el resto de personas”, cuenta. Como no se reconocía en los valores de la escuela –grababan cada mes a las alumnas para subir los vídeos a sus redes sociales y, a su modo de ver, “no se generaban espacios seguros”, decidió salirse del centro –en el que conoció a Maitane, quien también se fue– y decidieron emprender un nuevo camino. Uno con el que recuperar los valores originales del twerk y que sirviera como “algo hecho por nosotras, para nosotras y entre nosotras. Que sea una herramienta de autoconocimiento y de expresión, de construcción de redes, con el que nos abrazamos a nosotras mismas”, apunta Cristina Beltrán, de 32 años y también bailarina del grupo.
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