Los fresnos de Guendulain, árboles singulares de Aoiz
Todo el mundo ha oído hablar de economía circular, desarrollo sostenible y kilómetro cero. Pero no todo el mundo sabe lo que significan esos conceptos, para explicarlo aquí en Aoiz tenemos un ejemplo que lo deja muy claro: Los fresnos de Guendulain, un conjunto de 28 ejemplares de fresno de hoja estrecha -Fraxinus angustifolia- plantados hace doscientos años procedentes del vivero municipal de Azpea, -acta de 1829 del libro de Montes y Plantíos del Ayuntamiento de Aoiz- y, por lo tanto, producto de kilómetro cero.
En principio, estos fresnos se plantaron a modo de mojones para delimitar el comunal de las parcelas que el Ayuntamiento tuvo que vender para pagar las deudas que la guerra de independencia había ocasionado a las arcas municipales. Pero estos árboles no sólo han servido de mugas, sino que han tenido una segunda vida como árboles trasmochos.
Y, ¿qué es el trasmocheo? Aquí volvemos al concepto de economía circular y desarrollo sostenible. El trasmocheo es una técnica ancestral que permite el aprovechamiento de las ramas delgadas podadas a una cierta altura, poda que se hace de forma periódica dependiendo de la especie y de la finalidad del producto a extraer.
Aquí, en Aoiz, se trasmochaban encinas en Itxabalea para hacer carboneras y producir carbón. Por eso, la toponimia ha conservado los recuerdos de esta actividad manteniendo el nombre de “senda de carboneros” para el camino que atraviesa Oianzabalea.
En el caso de los fresnos, se les podaban las ramas delgadas para dar de comer a los animales cuando escaseaba el alimento para el ganado. Estas cortas periódicas acababan dando al árbol una forma característica, tronco grueso y bajo hasta llegar a la altura de la poda.
Es decir, economía circular porque se daba la optimización de los materiales, y desarrollo sostenible porque los productos de la poda satisfacían las necesidades del momento sin comprometer la capacidad de generar riqueza para las futuras generaciones, ya que se garantizaba la vida del árbol y, por lo tanto, el cuidado del medio ambiente. De esta forma nuestros antepasados compaginaban la explotación con el mantenimiento del árbol vivo.
¿Qué pensarían nuestros antepasados si supieran que ahora vienen a Navarra y Gipuzkoa técnicos forestales de universidades inglesas y norteamericanas para estudiar esta técnica, ya que quedan muy pocos sitios en los que todavía se practica el trasmocheo?
De vuelta a nuestros fresnos de Guendulain, tenemos el deber con nuestros antepasados y con las generaciones futuras, de conservar este patrimonio natural único, que hoy en día está en riesgo por prácticas agrícolas no respetuosas con este tesoro, herbicidas, quemas, labrado sobre las raíces y sentencias judiciales difíciles de entender.
De la antigüedad de estos fresnos y de su importancia da fe el hecho que los de Aos, para referirse al nombre de este término, se refieren a los fresnos… No se dice vamos a Guendulain, sino vamos a los “Fresnos”.
El Ayuntamiento, a petición de la concejalía de medio ambiente hace dos legislaturas, los declaró árboles singulares. Pero no nos tenemos que quedar únicamente con esta figura de protección, tenemos la obligación de velar por su conservación para poder dejar este legado a nuestros descendientes.
Para ello, no hay mejor puesta en valor que dar a conocer y compartir este patrimonio con la ciudadanía, así, este año se celebró el día del árbol en Guendulain, en un día en el que además de realizar la correspondiente plantación, pudimos ver una estupenda teatralización de lo que pudo ser hace doscientos años la plantación de los fresnos realizada por el grupo de teatro Gazteen sorkuntza taldea.
Un acto en el que se compartieron momentos para la celebración, el trabajo de plantación, y almuerzo en un auzolan para la reivindicación y la defensa de este patrimonio natural: Los 28 fresnos bicentenarios.
Juanjo Corera, miembro de la Asociación Cultural Historia de Aoiz, HIDEA