Nuevas danzas de Aoiz
Como cualquier otro pueblo de Navarra, Aoiz siempre ha tenido una relación muy estrecha con la danza. En todas las festividades siempre venían gaiteros o acordeonistas a amenizar las fiestas y las cuadrillas disfrutaban cantando y bailando jotas. De todas las danzas que ha habido en Aoiz, sólo nos queda la Jota del Chocolate; una sencilla jota bailada el día del patrón de los labradores, San Isidro, que sigue el ritual de las fiestas de mayordomos que hay en la comarca de Pamplona, salvo que en Aoiz al mayordomo le llamamos prior. En los años 70, al perderse la actividad agraria en Aoiz, es el Grupo de Danzas el que recoge el testigo de esta tradición, convirtiéndola en un pique entre gaiteros y dantzaris por ver quién aguanta más, si los gaiteros tocando la gaita o los dantzaris con los brazos en alto. Duro espectáculo que casi todos los años se alarga más de una hora.
Pero hay muchos datos que atestiguan que en Aoiz había algo más. Como explica Jesús Ramos en el artículo “Danzantes de Aoiz en el siglo XVIII”, numerosos datos recogidos en el Archivo Municipal de Pamplona atestiguan la existencia de un sensacional conjunto de danzas de palos y volteos que venían desarrollando danzantes de Aoiz año tras año en las fiestas de San Fermín (fiestas no menos importantes en el siglo XVIII que en la actualidad). El hecho de que este grupo de danzantes repita actuaciones en San Fermín durante más de un siglo demuestra que era un espectáculo muy aplaudido. Estos datos también los recoge Jesús Pomares en el artículo “Danzantes valencianos de Aoiz” del número 54 de “Dantzariak”.
Así que con estos esperanzadores datos, el Grupo de Danzas empieza a barruntar cómo recuperar esas danzas de palos y volteos que tan famosas fueron. Bien, manos a la obra. Como no sabíamos cómo encaminar esta tarea, empezamos a informarnos y preguntamos a personas que nos pudiesen orientar. Así, empezamos a entrevistar a entendidos en folklore. El primero, el citado Jesús Pomares, que en varias ocasiones nos recibió en su tienda “Nuevo Barroco”, nos volvió a explicar todo: cómo debería ser un paloteado de este estilo, cómo serían esos volteos, cómo deberían ser los trajes y hasta en qué lugar de la procesión deberían desfilar; en fin, nos lo dio todo mascado. Contamos también con la colaboración de responsables de Federación, como Juankar Ornat y Pedro Romeo, que vinieron a Aoiz a darnos charlas y nos mostraron todo su apoyo y conocimiento. Sólo nos faltaba la música para empezar a salsear. Para esta tarea contactamos con José Luis Fraile, de Gaiteros de Pamplona, quien nos compuso una docena de melodías con las que empezar a moldear nuestras coreografías. Él, gran conocedor de las fiestas de Aoiz, plasmó sobre el papel partituras en honor al patrón agoizko, San Miguel, y cada melodía estaba inspirada en un momentico de estas fiestas patronales: procesión, saludo a San Miguel, danzas de palos, castañuelas, arkudantza, volteos… en definitiva, músicas inspiradas para unas danzas de aquel “estilo valenciano” y localizadas en las fiestas de Aoiz. Las melodías compuestas por José Luis eran espectaculares; nada más oírlas, sin querer, el cuerpo se ponía a bailar. Esto marchaba.
Nuestro paloteado ya estaba por fin encaminado. Lo teníamos todo. Hasta que entrevistamos al experto en folklore y antropología, Mikel Aranburu, que al explicarle nuestra idea, nos expresó su opinión sobre la idoneidad de un paloteado. Nos explicó que en un sentido amplio, el paloteado como evento de danza sigue el curso del Ebro. Se extiende desde Álava, como en Yécora, Elciego, etc., hasta Tortosa. Ese sistema de dances, se presenta en Navarra en la ribera tudelana: Cintruénigo, Corella, Fustiñana, Cabanillas, Murchante, Monteagudo hasta Cortes. Por la trashumancia tiene claras conexiones pirenaicas con danzas de palos y pastoradas, que van desde Otsagabia, Yebra de Basa, Sabiñánigo… Pero estos no son “paloteados” como tales, ahí tenemos rituales en torno a las danzas de palos. Es cierto que la documentación histórica repetía la presencia en Pamplona de grupos de danzantes provenientes de Aoiz, pero estas noticias había que entenderlas en su contexto y en los usos de la época. No era, ni mucho menos, al pueblo de Aoiz a quien representaban aquellos danzantes mediante la muestra de un patrimonio inmaterial local, sino que ofrecían un espectáculo contratado, retribuido, organizado por un maestro de danzas que buscaba el aplauso del público de la capital mediante la exhibición de novedosas y vistosas mudanzas y acrobacias. Daba igual que vinieran de Aoiz, Corella o Valencia. El paloteado entonces, no era el producto típico de Aoiz, y salvo opinión mejor fundada, no parecía elemento suficiente como para condicionar la creación en el siglo XXI de una pieza coreográfica propia de la villa.
Esto nos supuso un jarro de agua fría a nuestras aspiraciones. Se nos desmontaba la creación del paloteado como producto agoizko. Era una pena porque lo teníamos todo ya preparado: la música, pasos, ideas… y mucha ilusión. Pero en ese punto, lo que en un principio fue una desilusión, se convirtió en una liberación. Ya no teníamos que ceñirnos al esquema propio de los paloteados, podíamos entonces dar paso a nuestra imaginación. Ya no tendríamos que representar danzas vacías de contenido, podríamos contar alguna historia en nuestras coreografías. ¿Y qué podríamos contar? ¿Qué historia tenemos en Aoiz digna de ser contada? ¡La firma de la paz entre agramonteses y beamonteses!
En 1479 las facciones de agramonteses y beamonteses que hasta entonces estaban en guerra, firmaron la paz en la ermita de San Román (antigua iglesia parroquial del despoblado de Guendulain) ante la presencia de la entonces regente Doña Magdalena. Por parte de los agramonteses Don Pedro de Navarra y por los beamonteses, Luis de Beaumont, conde de Lerín, clavaron sus espadas en el suelo en señal de paz. Este capítulo de nuestra historia está simbolizado en el escudo de la villa de Aoiz: la corona de Doña Magdalena sobre las dos espadas clavadas en el suelo. Lo cierto es que esta paz fue algo efímera, pues al poco tiempo ambos bandos volvieron a sangrar la tierra del reino de Navarra, hasta que en 1512 las tropas castellanas, aprovechando la inestabilidad que creó este conflicto, conquistaron Navarra. Quizás no fue una paz muy duradera, quizás no marcó una historia próspera para el reino, pero ¿hay algo más bonito para representar en unas danzas que la idea de la paz?
Además, liberándonos del esquema del paloteado, podríamos meter otras partes tocadas con txistu, como jota y porrusalda, que éstas sí son muy propias de nuestra tierra. Las melodías de estas últimas partes nos las compuso el profesor Carlos Peñaranda. Músicas muy pegadizas que han ayudado a que todo el pueblo asimile rápidamente estas danzas.
Pues ya lo tenemos; cambiemos los palos por espadas, y ¡creemos una ezpatadantza! Pero no nos confundamos, que no nos venga a la cabeza una ezpatadantza de estilo guipuzcoano. Nuestro estilo no es tan fino. Queremos hacer una danza de espadas, pero… ¿una danza de espadas no es una ezpatadantza? ¡Qué lío! Además, nuestra idea era bailar con la fuerza de un paloteado, pegando fuerte, haciendo retumbar el pueblo con el sonido del golpeo de las espadas, que eso es lo que nos gusta: fuerza y garra. Por este motivo, como veréis en las partituras, a estas partes les vamos a llamar paloteados, que es como inicialmente lo ideó José Luis Fraile. Además, quizás la alegre música compuesta por José Luis, no esté orientada a una ezpatadantza y huela más a paloteado, y precisamente eso le da una fuerza especial a nuestras danzas. Fijaros la fuerza que tienen las danzas, que si cerramos los ojos, podremos ir imaginando con cada parte, escenas de este episodio bélico de Navarra. Empecemos a imaginar:
- Karrikadantza: Después de almorzar en la plaza del Mercado (que para algunos es el acto más importante del día), se hacen dos kalejiras: una, con los participantes del bando agramontés y otra, con los del bando beamontés, que desfilando se dirigen a la plaza Baja Navarra. El pueblo se divide en dos zonas. Las calles por las que desfilan están decoradas con banderas azules o granates, dependiendo del bando que pase por ahí. Hay que aclarar que no hemos querido identificar a un bando con un color determinado; un bando es azul y otro granate; eso es todo. Finalmente las dos kalejiras confluyen en la plaza donde se representa la guerra y firma de la paz.
- Paloteado ¿o ezpatadantza? (1 a 4): Imaginemos aquí un campo de batalla. Fieros guerreros agramonteses y beamonteses, blandiendo esas mortíferas espadas y peleando sin piedad, mientras la fría lluvia empapa sus caras, el barro salpica sus uniformes y la sangre de sus heridas apenas les deja ver entre la niebla. Parece la escena de una película épica, pero hay que meterse un poco en el papel para entender las danzas; así que no abramos los ojos y sigamos imaginando. También, los movimientos de los dantzaris al levantar ágilmente sus piernas, nos describen duras peleas cuerpo a cuerpo. Estas danzas, aunque sencillas, nos ha costado realizar las coreografías por el hecho de que un bando sólo puede golpear con las espadas a los del otro bando. Esto limita las posibilidades.
- Trenzado: Sigamos imaginando… Tras esas violentas danzas sale a escena la regente Magdalena. Ante su presencia, los dos bandos se unen algo recelosos todavía, y con sus espadas todavía calientes de la pelea, formarán una peana dibujando el escudo de Navarra, en la que se subirá la regente e impondrá su corona a los maltrechos, pero todavía fieros guerreros.
- Martxa: Mientras ondea la bandera de Navarra, Doña Magdalena, subida a la peana, impondrá su corona sobre los capitanes de cada bando, Pedro de Navarra y Luis de Beaumont, que clavan su espada en el suelo, tal y como refleja el escudo de Aoiz.
- Agurra: Ambos capitanes bailan con solemnidad, uno frente al otro, mostrando su respeto al contrincante.
- Zintadantza: Mientras los navarros se mataban entre ellos, la vida en Aoiz seguía a trompicones. En la siguiente danza podemos ver representado el oficio más común de aquellos años, los pelaires que tejían sus afamados paños, y que nos da mote a los agoizkos y agoizkas: pelaires.
La paz es muy delicada y para que sea justa y duradera todas las partes han de esforzarse, además de mimarla continuamente, sin descuidarla. En la siguiente danza se introduce un gran palo con unos ganchos en una punta. Así, cogiendo el nudo creado en los cruces de las cintas, lo va subiendo poco a poco, hasta colocarse en posición vertical. Pero el palo no lo sujeta nadie. No es un truco de magia. Ha de mantenerse en equilibrio, sujetado por la tensión que ejercen los dantzaris mientras bailan con las cintas. Deberán estar bien concentrados y comprometidos, ya que si alguno fallara, el palo se desequilibrará y el reino de Navarra, representado por dicho palo, tambaleará. - Ingurutxo, Jota, Porrusalda y Biribilketa: Una vez firmada la paz, con los dos bandos unidos, qué mejor forma de construir un pueblo que con una danza social. Todos y todas, alegremente mezclados, bailarán estas conocidas danzas. En este último acto desaparece la solemnidad de la gaita y estas danzas son interpretadas por txistu, para darle a esta parte un aire más social, alegre y desinhibido.
Y aquí lo dejamos, finalizando el año 1479 con la paz de Navarra firmada y los dos bandos bailando juntos. Buen final para una película. Después de esto no pensemos cómo continuará, pues sabemos que pronto llegará el año 1512, y esa última danza nos resistimos a representarla.
Ya sólo nos quedaba el vestuario. Pero, ¿cómo nos íbamos a vestir? ¿disfrazados de soldados? No. Estaba claro que esto no iba a ser una representación teatral, si no unas danzas que narrasen una historia. El problema venía en que no sólo iba a participar un ochote de dantzaris. Para simular dos ejércitos enfrentados, pedimos colaboración a muchos vecinos y vecinas que se habían interesado en aprender estas danzas, por lo que el primer año nos presentamos con 15 ochotes… ¿cómo hacemos un vestuario para más de 100 personas? Pues como siempre hemos sacado todo adelante en los pueblos: auzolan. Hablamos con las amatxos, que son increíbles, y que desinteresadamente siempre están a la sombra de los dantzaris, y las engañamos para confeccionar los trajes (Mª Ángeles, Mertxe, Txaro, Angelines, Maite, Sagrario, otra Sagrario, Ani, Pilar, Socorro, Josefina, Eli, Tere, Encarna, Elisa, Mª Jesús, Pilarín, Arantza, Inma…). Ideemos entonces un traje sencillo. Con la base de pantalón y camisa blanca, necesitábamos unos pañuelos de colores que identificasen a cada bando. El primer color lo tuvimos claro: granate. Viendo los pañuelos que teníamos en el local de bailar el paloteado de Cortes, pensamos que fuese granate, y así, si esta locura sólo se representaba un año, por lo menos los podríamos aprovechar para tener pañuelos de Cortes de por vida. El otro color, Pedro Romeo nos propuso que fuese azul. Decidido, granate y azul. ¿Y en la cabeza qué podríamos llevar? Teniendo en cuenta que en estas danzas iban a participar tanto hombres como mujeres, debía ser algo neutro… y barato. Así que hicimos pañuelos blancos para todos.
Y ahora las espadas. Engañamos a Xabi Iribarren para que nos elaborara unas espadas sencillas para empezar. Para el primer año era más que suficiente. Más de 100 espadas, más de 100 pañuelos granates, azules, blancos… Suficiente.
Los siguientes años hemos ido mejorando las danzas, y sobre todo el vestuario. Con la colaboración del Ayuntamiento de Aoiz y la subvención “Sustraiak” del Gobierno de Navarra, año tras año vamos haciendo cascabeles para todos los escuadrones, banderas medievales para colocar por las calles del pueblo, empuñaduras para las espadas… y así, poco a poco, año tras año, intentamos que esta fiesta sea una cita de unión de todos los agoizkos.
Así llevamos ya unos cuantos años representando estas danzas en septiembre en Aoiz. ¿Hasta cuándo? Las danzas las hemos creado muy sencillas para que no sea impedimento y año tras año podamos seguir repitiendo la experiencia. Quizás algún día se conviertan en tradición, quizás sólo sea un fruto que dure unos años. Eso ya queda en manos de las próximas generaciones agoizkas. El trabajo está hecho y la satisfacción del camino recorrido es recompensa más que suficiente. Sea como sea, mientras tanto, que no pare la música.
DANTZARIAK Nº63