De la hechura, la distribución, el dorado y la pintura del retablo de la iglesia de Aoiz

El retablo de la iglesia parroquial de Aoiz fue una obra grande. En la iglesia siempre había obras que hacer: ornamentos del culto para arreglar o comprar, patenas, cálices, imágenes, altares… Los obispos, en todas las visitas, pedían que se adecentaran las ermitas: San Juan de Cembozain, San Lorenzo, San Salvador y San Román. No conseguían ni que se hiciera una puerta con su cerradura para que no entraran los animales. Reclamaban los visitadores que se entregaran las cuentas de cofradías, de ermitas, de la iglesia, de fundaciones, cuentas del hospital, etc. Siempre reclamando porque no se presentaban.

  • En la visita del 15 de septiembre de 1602, el visitador don Juan Ezquer manda que se procure terminar la “tablamenta” y lo demás que falta para perfeccionar la obra del crucero de la iglesia.
  • El 28 de agosto de 1611, el obispo don Antonio Venegas de Figueroa manda que se abran las cuatro ventanas que hay adelante, dos encima del retablo y una en cada capilla lateral.
  • En octubre del 1740, el obispo Gaspar de Miranda y Argaiz manda que se iguale el pavimento de la iglesia.
  • En el año 1744, se manda que se haga un cancel para separar la parte exterior de la iglesia con el interior (por la bulla de los que pedían afuera y por el frío).

Siempre hay obras que hacer y siempre poco dinero.

  • Para el dorado del retablo siendo obispo D. Gaspar de Miranda, el visitador don Felipe Antonio de Lazcano, en la visita del 7 de enero 1744, escribe: “y respecto de que no hay efectos bastantes en la primicia para dorar el retablo mayor, suplicamos a los señores del gobierno de dicha villa y beneficiados (eclesiásticos) salgan a pedir limosna en tiempo oportuno para mover y excitar a la piedad y devoción de los vecinos, a quienes como buenos cristianos exhortamos y amonestamos afectuosamente que para dorar el dicho retablo contribuyan con sus limosnas, las que serán de agrado de Dios y hallarán la recompensa en su divina aceptación”.
  • En la visita de julio de 1755, el visitador don Francisco de Mena, de parte del obispo don Gaspar de Miranda y Argaiz dice que se ha pedido ayuda para la construcción del retablo. Varios devotos y personas de la villa, y también de fuera, dieron algunas cantidades en dinero y vino y otras especies, pero se desconoce el destino de estas limosnas. Por eso manda que los que las recogieron den cuentas.

La obra se hizo a pesar de todo. Fue majestuosa. La estamos admirando y gozando siglos después. En el documento que voy a trascribir se dan detalles de ella.

No sé si fue el mismo sacerdote beneficiado, D. Fermín Lasa, que en 1856 trascribió la nota sobre el órgano recién reparado, el que escribió esta página sobre el retablo, pero hay que estarle agradecido al que lo hizo. Dice al final del escrito:

Es copia del original que se halla colocado al dorso de la tabla que está en el altar mayor sobre la puertecilla del sagrario, en cuya tabla hay dos ángeles dorados”.

Voy a transcribir palabra por palabra lo que dice el documento. Advierto que el dinero que se maneja no domino qué es y no lo pondré. Señalaré las cantidades que pone, pero no la moneda de que se trata.

Noticia individual del retablo de San Miguel.

Este retablo en lo que toca a lo histórico y estatua de San Miguel fue trabajado por el incomparable Joan de Ancheta hacia el año 1520; y el de 1746 añadido y hermoseado con nueva arquitectura y ornatos el Cristo, columnas y sagrario por Juan Tornés vecino de Jaca: las repisas de los dos extremos por Ramón de la Plana, vecino de Falces; y el frontal y repisón de San Miguel por José Pérez de Eulate vecino de Pamplona, este año de 1753.

El coste de lo que trabajó Ancheta es de 13.200, el de la obra de Tornés 11.800, el del ornato de Eulate 1.360 y el de Plana 1.100. El dorado y pintura importó 20.000; que todas estas cantidades hacen 47. 260, que son 5.996 pesos y 6.

Al coste del último ornato, y al dorado y pintura contribuyó todo el pueblo, especialmente el Cabildo Eclesiástico; también hicieron limosna algunos vecinos foranos, entre los cuales se señalaron la ilustrísima señora doña Joaquina de Monreal, viuda de Don Francisco Armendáriz, teniente General de los ejércitos de S. M. que dio 2.000; y su hijo D. Joan Esteban, 25 doblones; Ignacio de Armisén comendador de San Antón de Pamplona, predicador ordinario dejó 60 duc. que es el salario de dos años.

Por septiembre de 1752 se comenzó el dorado y pintura, y se concluyó en agosto de 1753 por Don Pedro Antonio de Rada, vecino de Pamplona, cuya habilidad queda acreditada en la delicadeza y bello gusto de la obra, que es su mayor elogio, y a quien justamente se debe aplicar el opus laudat artificem. El año que empezó eran de regimiento: D. José Antonio de Berrio, alcalde; D. Basilio de Eguaras, Joan de Erdozain, Pedro José de Beortegui y Joan de Aincioa, regidores; y Tomás de Arrizabala, escribano del Ayuntamiento. Y en el que se concluyó, D. José Antonio de Guirior, alcalde; D. Fermín de Arteta, Pedro Fermín de Lasa, Miguel José Legarreta y Francisco Mongelos, regidores. Vicario y beneficiados los señores D. Lázaro Baigorri, vicario; D. Ramón de Lasa, beneficiado real, D. Fermín de Eugui, D. Joaquín de Berrio, D. José de Ezcaroz, D. Antonio de Meoz, D. José de Meoz, D. Antonio de Arranegui Abad de Elcoaz. D. M. José Irigoyen, mayordomo del ilustrísimo señor D. Gaspar de Miranda, obispo de Pamplona y D. Pedro José de Hualde (medios (?) estos dos últimos).

A 2 de agosto de 1753, por D. Joaquín Antonio de Berrio y Gurpegui

Bernardo Eguaras