El txistu y la dantza, identidad de Aoiz

Representantes de los colectivos de txistu y dantza de Aoiz, anunciadores de las fiestas 2017, en la puerta de la casa consistorial. (MZ)

Presentes en la fiesta desde que en Aoiz se recuerda, los grupos de txistu y dantza de la villa prenderán mañana a las doce la mecha de las fiestas agoizkas en reconocimiento a los txistularis y dantzaris de todos los tiempos. Admiten que no lo esperaban y que les hace mucha ilusión, más cuando la designación viene del pueblo, de un proceso de elección propuesto en el foro Kulturgunea, organizado por el Ayuntamiento, en el que han tomado parte 110 vecinos y vecinas.

“No nos lo pensamos nada cuando nos lo dijeron”, comenta Félix Cía. Será uno de los que subirá al balcón mañana porque fue dantzari y es gaitero desde que debutó en 1993, si bien comenzó su andadura en 1989. Por una vez, va a ver la fiesta desde arriba, después se incorporará al grupo de gaiteros concentrados en los momentos que siguen al cohete en la puerta de la casa consistorial.

Junto a él estarán Marta García y, por el colectivo de txistus, Amaia Arlegi e Imanol Elizari, los veteranos en activo. Pero en realidad será un cohete de muchos rostros, o “sin caras”, recalca Txako Villanueva, txistulari, además de concejal de Cultura y Festejos. “Hoy estamos aquí nosotros, pero representamos a txistularis y dantzaris de siempre ”, subraya.

Lo sienten así, porque durante generaciones el txistu y la dantza han estado presentes en las fiestas agoizkas, y forman parte de su rica cultura. Son muchos los agoizkos y agoizkas que han pasado por sus filas. “No habrá familia que no haya participado en estos colectivos en algún momento de su vida, contribuyendo a preservar y enriquecer con el tiempo la cultura de la villa, de cuya identidad txistu y dantza forman parte.

Entre el grupo de embajadores, avanzadilla del chupinazo, está María Iribarren. Este año bailó la última Jota del Chocolate, típica de Aoiz, y se despidió de la escena, pero en su cabeza ronda la idea de formar un grupo de veteranos, para mantener la tradición, disfrutar de las dantzas sin compromiso y salir a bailar polcas y jauzis “que no requieren de mucho esfuerzo ni técnica”, apuntan los músicos Cía y Villanueva.

Del modo que sea, no abandonan su afición. Cuando dejan de bailar, bien por edad o por ocupación, los que han sido miembros arriman el hombro como monitoras o monitores de grupo, destaca Izaga Madurga.

Sostienen actualmente ocho grupos de diferentes edades entre los que suman cerca del centenar de dantzaris. “Los que vienen más potentes son los txikis”, afirma Ekiñe Gómez. Son el futuro, la continuidad de la tradición.

Sucede lo mismo en el grupo de txistu, aunque mucho más reducido, actualmente lo componen unos 15 miembros. Con 22 años, Saioa Gamio es la más joven, y opina que hay relevo. “El problema es que estamos todos y todas en mil cosas: txistu, dantza, fútbol, y tienes que ir de un lado a otro, y sobre todo los txikis ahora hacen muchas actividades”. En cualquier caso, la cantera agoizka es importante. “En la Escuela de Música aprenden el instrumento y confiamos en que algún día vengan por aquí”, expresa Txako Villanueva.

Bajo el paraguas de Angiluerreka, la asociación cultural agoizka, desarrollan su labor anual estos colectivos como parte de la cultura y la esencia de Aoiz. “No sabemos desde cuándo, y el no poder datar su origen nos da pie para reafirmarnos en esta elección como un reconocimiento general”, añade el alcalde, Unai Lako.

COLABORACIONES. Ambos grupos mantienen firmado un convenio de colaboración con el Ayuntamiento, y en el caso del grupo de txistus, colaboran con la Coral San Miguel y con otros colectivos, guitarras, dantzaris o comparsa de gigantes. Siempre abiertos a amenizar celebraciones y despedidas cada vez que los requieren dentro y fuera del pueblo. Se lían la manta a la cabeza para organizar un festival cada cierto tiempo y mantienen especial vínculo con Mugarik Gabeko Txuntxuneroak, cuya cita anual durante el otoño en Aoiz es la que reúne al mayor número de txistularis y atabalaris.

Desde agosto a San Miguel, Olentzero y carnaval, no hay fiesta en el pueblo sin ellos. Estos dos colectivos que han pervivido pasando el testigo de unos a otros, ensayan entre paredes durante el año para dar lo mejor de sí mismos en la calle cuando llegan los días señalados.

Atesoran historia propia, preciosas melodías que bailan en plazas y calles con su propia indumentaria. Detrás de cada actuación hay un importante trabajo de escarbar en el pasado para recuperar lo perdido y mantenerlo en el tiempo.

La Jota del Chocolate, la concurrida Era y las nuevas danzas agoizkas que representan la firma de la paz entre agramonteses y beamonteses proporcionan a la villa esa imagen de participación de la que hacen gala. Disfrutan y hacen disfrutar.

En justo reconocimiento, mañana anunciarán las fiestas con un consensuado cohete a cuatro manos. Las notas del txistu sonarán más dulces que nunca junto a las airosas dantzas. Será un chupinazo concurrido, porque Aoiz ha sido y es un pueblo de txistu, dantza y gaita. Y eso, nadie lo duda.

Komunikabidea: Diario de Noticias

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