El Prepirineo se suma a la danza

Marta Piñeiro Blanco, directora de ‘Dánzalo’, dirige a alumnos de danza moderna

Concentración en el aula, con sones de música clásica y contorsiones al más puro estilo de El lago de los cisnes. Risas y alegría en los vestuarios, donde los siguientes alumnos esperan su turno. Padres curiosos que observan satisfechos a sus pequeños, y que tal vez nunca hubieran imaginado verlos progresar en el mundo de la danza. Y mucho menos en la puerta de casa.

Un pequeño local municipal en Aoiz es punto de encuentro cada semana para 80 alumnos, jóvenes y mayores, tanto de esta villa como de municipios de todo el entorno del Prepirineo: Urroz-Villa, Izagaondoa, Arce, Erro, Lónguida, Urraúl Bajo… Allí, cada tarde, abre sus puertas la escuela de baile ‘Dánzalo’, que este año cumple su quinto curso. El origen de este centro radica en una de esas historias forjadas en las casualidades de la vida, y ha acabado encontrando su hueco y a un grupo de ‘fieles’.

Marta Piñeiro Blanco, natural de Santander de 42 años, es el alma mater de este proyecto. Formada en el mundo de la danza en su tierra y en Madrid, apostó con su pareja, de Pamplona, por vivir en el mundo rural y recalaron en Reta (Izagaondoa). “Desde allí acudía a dar clases de danza a Zizur, pero no veía clara la forma de conciliarlo con mi vida familiar”, recuerda. Y, así, tras mucho valorarlo, se lanzó a la piscina y apostó por crear un centro de danza propio en Aoiz, donde después acabó por instalarse con su familia. “Veía potencial, siempre ha habido mucha tradición de dantzaris y música, pero esta oferta específica nuestra no existía”, dice.

Rotas las reticencias iniciales, tanto de las instituciones como de las familias y de los principales destinatarios del centro, los jóvenes, ‘Dánzalo’ ha ido creciendo curso a curso. “Ya somos tres trabajadores, y ofertamos ballet clásico, danza moderna en la modalidad de jazz contemporáneo, bailes de salón, danzas africanas…”, señala la directora. De los 80 alumnos, una decena son adultos. Realizan, además, festivales cada dos años y actuaciones en la calle en torno al Día de la danza.

ENCANTADOS

Ageda Jiménez Beroiz, agoizka de 13 años, es una de las jóvenes alumnas de ‘Dánzalo’. “Llevo ya 5 cursos de clásico y 3 de moderno. Me gusta más el ballet, y en puntas también. Es donde me expreso mejor y estoy más cómoda”, destaca. “Menos mal que se abrió aquí una escuela así, si no nunca hubiera conocido todo esto”, añade.

El centro sólo cuenta con dos alumnos masculinos, algo que Piñeiro achaca a que “aún cuesta por aspectos sociales”, algo contra lo que se revela. Adei Osés Lorca, vecino de Aoiz de 12 años, es uno de ellos. “Vengo muy a gusto, esto me relaja. Me quedo con el moderno, es mi estilo de baile, con el que mejor me expreso. Animo a otros chicos a probar”, comenta.

Entre los alumnos adultos hay algunos fijos desde el principio. Es el caso de Izaga Ardanaz García, de 36 años y vecina de Aoiz. “Me apunté a ballet clásico en cuanto empezó. Era mi sueño de siempre. Y quién me iba a decir que abriría una escuela así al lado de mi casa, y en un pueblo de 2.500 habitantes. Una suerte”, considera. “Invitaría a todo el mundo a sumarse, pues tiene además beneficios extra: corriges la postura, haces estiramientos, te relajas, va muy bien para la memoria…”.

Los padres de alumnos también destacan la fortuna de disponer de un centro así en un entorno rural. “Es una oferta cultural diferente, más allá de actividades clásicas de deporte o música. Mis hijas Saioa y Maika ya bailaban mucho en casa y vienen aquí con mucha ilusión”, destaca Mª Jesús Miguéliz Borda. Por su parte, Marta Lorca León, madre de Adei, asegura que su hijo está “contento por contar con una opción así en la puerta de casa, sin salir del pueblo”, y dice que la academia es “maravillosa”.

Komunikabidea: Diario de Navarra

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