Iñaki Eugi y el collar de la madre

inaki-3El Amadablam, como todos los amantes de la montaña saben, es una de las más bellas montañas del planeta. Está en Nepal y más concretamente en el Kumbu, región en la que se encuentra el Everest, que casi todo lo eclipsa. Dentro de ese “casi”, entra esta mole de roca y hielo que se levanta 6.800 metros sobre el nivel del mar. Ésta es una altura considerable para cualquier montaña del mundo, pero estando rodeada de los gigantes de la Tierra, ésta no es la característica que la destaca. El Amadablam está acompañada por grandes ochomiles como son el Cho Oyu, el Lotse y el más grande de todos y ya mencionado Everest. Eso sí, ninguna de éstas puede competir con la belleza y estética de esta montaña. Cuatro aristas regulares alzan una semitorre, en cuya cima, amplia para lo que es la montaña, la nieve se acumula irregularmente de una temporada a otra.  Unas veces crece y se amontona en un hongo en su parte este, otras, en su lado oeste y en algunas otras, una grieta parte la cima haciendo obligatorio extremar las precauciones.

inaki-1Pero si el Amadablam es bonito por fuera, por dentro no lo es menos. Su campo base es una explanada de hierba. El río que la serpentea, se congela por las mañanas, y se nutre por las tardes, de los seracks colgantes de la base de la montaña.  El Campo 1, al que para llegar ya tienes que empezar a usar las cuerdas fijas, es pendiente escalonada, sembrada de plataformas rocosas en las que intentar colocar la tienda. El Campo  2 es un nido de águilas en el que apenas caben 4 tiendas mal puestas en la arista, y el 3 está bajo el collar de la madre, un gran serac colgante y visible desde muy lejos, que caracteriza esta increíble montaña.

Si esto y las increíbles vistas que ofrece no son suficiente motivación, baste añadir que, subir esta montaña, es un constante cabalgar a lomos de una arista infinita, solventando problemas de roca, hielo y mal de altura. Todo un reto.

Iñaki lleva unos 15 días aclimantando en el Kumbu y ha coronado con éxito dos montañas, una de 5.000 llamada Kalapatar y otra de 6.100 llamada Island Peak. Ayer llegó al campo base del Amadablam, con la seria intención de colocar sus crampones en la cima. El solo hecho de intentarlo ya es motivo de envidia y hay que ser conscientes de que no será tarea fácil. En estas grandes montañas el físico y la voluntad son imprescindibles, pero las condiciones de la montaña y del tiempo son las que marcan la verdadera diferencia.  Por lo tanto, no queda más que desearle buena suerte y sobre todo que disfrute de esta gran aventura. Aupa Iñaki.

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