La socióloga Conchita Corera recibió el premio ‘Sociedad y valores humanos 2013’

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Conchita Corera sonríe acompañada de tres de sus cuatro nietos: Jone, que porta el premio, Mikel y Jonan (falta Ibon). (JAVIER BERGASA)

Ante una capilla abarrotada y acompañada de muchas y buenas amigas y amigos, la socióloga Conchita Corera Oroz pronunció ayer un discurso de altura, de los que invitan a la reflexión. Tras recibir el Premio Sociedad y Valores Humanos, que concede el Colegio de Sociólogos y Sociólogas, Politólogos y Politólogas de Navarra, Corera invitó a sus colegas a no dejarse llevar por el “arrasador e imparable tsunami del nuevo contexto ultraliberal y postmoderno”, con la excusa de que “nada se puede hacer”, y apostó por “implicarse con el conjunto de las organizaciones de la sociedad civil en la defensa del Estado de bienestar y de los derechos y conquistas sociales que el neoliberalismo imperante trata de desmantelar y suprimir”.

En su opinión, el planeta necesita construir un humanismo nuevo, en el que “la ética se proyecte no sólo sobre los fines sino también sobre los medios” y dónde “no sé de por muerta, así en la ciencia como en la política, la utopía renunciando a su virtualidad transformadora”. Eso sí, la utopía entendida como “un modo de encarar realista y creativamente el presente que abre futuro”.

Y reivindicó esta actitud ante la vida porque es la que ella siempre ha adoptado en su larga y fructífera trayectoria profesional como socióloga y trabajadora social, ayer recordada y reconocida. “Conchita no es una de esas personas que ha alcanzado su posición con el viento a favor en esta Navarra de ventanas cerradas. Todo lo contrario. Sus posicionamientos críticos y claros con el poder han añadido un plus de mérito a todo su recorrido personal y profesional”, afirmó Begoña Arrieta, integrante del Colegio y encargada de presentar el acto junto al decano Carlos Vilches. “Ha luchado contra todo tipo de causas (políticas, culturales, sociales, religiosas, lingüísticas, universitarias…), pero, sobre todo, en torno a la idea de la justicia e igualdad social y los principios éticos”, destacó. El currículo de Corera (Aós, 1947), aseguró Arrieta, está más lleno de experiencias y compromisos que de títulos y galardones. “Una carrera labrada a golpe de trabajo coherencia y generosidad, sorteando no pocas dificultades”, aseguró la compañera de la premiada, de quien dijo “ha tenido y tiene la cualidad de ser fuerte con los fuertes y débil y sensible con los débiles. Siempre dispuesta a escuchar, regalar una sonrisa y una palabra de ánimo de esas que envuelven y hacen tirar para adelante. Amiga de sus amigos y respetada entre los que no piensan como ella. Conchita es mucha Conchita”.

GENEROSIDAD. Tras sus palabras y un sentido aplauso tomó la palabra la gran protagonista de la tarde. Honrada y muy agradecida por el galardón, Corera hizo gala de su generosidad al repartir el premio, nada más comenzar su discurso, entre “tantas y tantos que habéis sido no sólo compañeras y compañeros de viaje sino también mi inspiración y hasta mi verdadera universidad, mi aliento y mi apoyo”.

Antes de adentrarse en el meollo de su intervención, esta socióloga reconoció que, a propósito del galardón y en esta delicada etapa de su vida, “me habéis dado la oportunidad de hacer balance, de evocar y avivar cosas que siempre fueron y siguen siendo importantes en mi itinerario personal, no sólo profesional, sino, antes que nada, el simplemente humano”. Y aseguró que, aunque nunca ha sido amiga de los currículos, “he podido comprobar, para mi propia y gozosa sorpresa, que ni ha sido pequeño el camino recorrido ni han sido cortos los pasos andados. Me habéis hecho recordar que he ido desparramando mi vida por muchas y buenas causas”.

Y la realidad es que sigue habiendo otras tantas por las que luchar y así lo recordó la galardonada. “Vivimos una hora de enorme responsabilidad para todas las actoras y actores sociales. Como ciudadanas y ciudadanos y, sobre todo, como profesionales, sabemos de la envergadura de los problemas, más allá de sus graves manifestaciones y consecuencias económico-financieras”, aseveró. Esta socióloga reconoció que “no comparto el criterio de quienes piensan que, ante el arrasador e imparable tsunami del nuevo contexto ultraliberal y postmoderno nada puede hacerse como no sea dejarse llevar, minimizar en lo posible los daños y aguardar a que escampe”, ya que de esta manera “la búsqueda del bien común se rinde ante lo supuestamente inevitable; la gestión social, política y cultural se convierten en burocracia; el Estado, con la precisión de un reloj suizo actúa como máquina sin corazón; gentes aparentemente buenas y honradas entran en la espiral de actos deshonestos de los que no se sienten responsables porque, al parecer, no hay otra salida en el horizonte”.

Pero en su opinión sí existe otra respuesta y los profesionales de las ciencias humanas y sociales, señaló, “no podemos hacernos cómplices de una tal perversión”. Ha llegado la hora, destacó la socióloga premiada, de “desenmascarar tanta ideología disfrazada de sesuda pseudociencia y proclamar la no-neutralidad de las ciencias sociales y políticas respecto a lo humano y al cosmos”. La que fuera hasta hace un año de la Cátedra UNESCO de Ciudadanía, Convivencia y Pluralismo abogó “por que la antropología no olvide la alteridad del ser humano, por que la ética se proyecte no sobre los fines sino también sobre los medios, y por que, así en la ciencia como en la política, no se dé por muerta la utopía renunciando a su virtualidad transformadora”.

Así, Corera hizo un llamamiento a implicarse con el conjunto de organizaciones de la sociedad civil “en defensa del Estado de bienestar y derechos y conquistas sociales que el neoliberalismo trata de desmantelar y suprimir”. Pero también consideró que, “hoy más que nunca, en medio de la actual crisis, el postulado en el que hay que enmarcar toda acción social es el desarrollo humano integral, el único sostenible”. Y es que, como reconoció, las aguas de los abrevaderos en los que ha intentado apagar su sed han tenido siempre “un fuerte sabor humanista”. Por ello, esta socióloga apostó por construir un humanismo nuevo. “La multidimensionalidad del ser humano, su irreductible alteridad, su inseparable relación con el planeta, su compleja inmersión en una red de interdependencia creciente, el vértigo de sentirse en el alero de nuevos continentes del saber, el tener que responder a pesar de todo a las preguntas de siempre en un mundo en el que bondad y crueldad se siguen disputando la partida. Todo ello nos incita a la búsqueda y construcción de un nuevo humanismo”, aseguró.

Una corriente, que a su juicio, “camina ya por nuestras calles y plazas, anónimamente quizás, en tanta gente honesta y generosa que hace más llevaderas nuestras vidas”. Personas, para los allí reunidos, a juzgar por el aplauso recabado al término de su intervención, como ella.

Komunikabidea: Diario de Noticias

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