Olaldea cumple 100 años

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Irrintzis, aurresku, cohetes, aperitivo y muchos recuerdos se desplegaron ayer en las puertas de la central hidroeléctrica de Olaldea (Orotz-Betelu), que abrió de nuevo sus puertas para recibir a numerosos olaldearras y oroztarras que acudieron a celebrar el centenario del nacimiento de la primera central en el Irati, que comenzó a producir electricidad el 1 de agosto de 1913.

En el ambiente se palpaba que era un día importante para muchas familias que estuvieron ligadas a su trabajo durante varias generaciones, hasta su automatización. Entre ellas, las de Gregoria Aranaz Arzelus y Concha Arboniés Gil, ambas octogenarias, viuda y hermana respectivamente de dos de “los centralistas”, como se les denominaba popularmente a los empleados de Olaldea, Benjamín Gil Arregui y Felix Arboniés Gil, primos entre sí. “Veníamos a traerles la comida o la cena en la cesta, porque trabajaban los tres turnos”, recordaban con visible emoción, echándoles de menos en la fiesta familiar en la que Gregoria contaba veintiún miembros los que sumaría ayer a su mesa.

Rememoraban, asimismo, la labor de su padre, Juan San Miguel, sus hijas Arantxa y Juncal. “Fue jefe de la central hasta 1991, durante más de cuarenta años, y vivimos en la que era la casa del jefe, que él compró”, contaron. Para ellas, Olaldea, el lugar de trabajo de su padre, se conserva muy bien. “La hemos recorrido y está igual”, apuntaron. Como el resto de vecinos, habían sido convocadas por el Ayuntamiento oroztarra, cuya alcaldesa, Ainhoa Mendía, les invitaba en su acogida, en castellano y euskera, a imaginarse cómo era la vida en el pueblo industrial de comienzos del siglo XX y a disfrutar de los cien años de vida en la fiesta preparada “con mucho cariño e ilusión”, gracias al impulso de Manuel Egía, “el motor que nos ha liado a todos”, junto a Eduardo Gil y Óscar Legaz. Para Egía, autor del libro Orotz-Betelu y Olaldea, una historia industrial a orillas del Irati, es “una verdadera joya arquitectónica que hay que conservar como parte de nuestro patrimonio”.

Así lo destacó en su breve introducción, en la que puso de relieve la importancia de la actividad hidroeléctrica que se generó en el Irati, donde se construyeron una decena de centrales. “Esta no será ni la más antigua ni la más potente, pero sí la más bonita”, expresó, apoyándose en sus cerámicas, vidrieras y en la vieja y original turbina que todavía funciona. Desgranó después sus recuerdos: el ruido zumbante de sus motores, la sombra de los trabajadores y el estruendo del desagüe cuando la central no funcionaba los domingos.

Junto a él permanecía Venancio Gil, encargado de esta central y coordinador de las de la zona norte. “Es de las más bonitas y de las que solemos enseñar. En cuanto a su producción (de media 13.000 megawatios anuales), destacó que este había sido un año excepcional por las lluvias y que incluso han podido turbinar hasta mediados de julio, “cuando lo normal es dejarlo a primeros y retomar en octubre”. Para finalizar el acto, Venancio puso en marcha manualmente un grupo de turbina-alternador que después de cien años todavía cumple su función, y se llevó el aplauso general.

1912-1913 La central de Olaldea la construyó Melchor San Martín, cantero de Iriberri Deierri, entre 1912 y 1913 por mandato de Papelera Española SA para generar electricidad y destinarla a sus fábricas de papel de Villava y Olaldea. Su casa de máquinas es de estilo modernista, con todo lujo de detalles ornamentales, y junto con la maquinaria (propiedad de Acciona Energía) presenta hoy un excelente estado de conservación. Durante cien años ha proporcionado energía eléctrica, también vital, en un valle industrialmente rico en el pasado y de incierto futuro, por cuya supervivencia luchan sus habitantes.

Komunikabidea: Diario de Noticias

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