Javier Diez abandonó Artozki el 14 de septiembre de 2003, un día antes de que venciera el plazo para desalojar la localidad que meses después quedaría bajo las aguas del pantano de Itoitz. “Me siento un vencido, pero un hermoso vencido, nos debemos a toda esa gente que se esforzó por nosotros”, dice en esta entrevista. No entiende por qué se derribaron los pueblos: “¿Qué necesidad había de generar tanto daño y tanto dolor?”.