“El linaje de las treguas” antzezlanaren bideoa

Más que ilusionante, apasionante me resultó participar en el ambicioso proyecto que la gente de Angiluerreka elkartea estaba fraguando.

La inquietud y los objetivos de estos paisanos de Aoiz casi compaisanos míos, era contagiosa.

No era pequeña empresa diseñar un guión para un plan tan ambicioso.

Ambición ante un tema de tanta proyección como el que se proponía … Y más que coraje, osadía al tratar de involucrar a todo un pueblo en tamaña montaje.

La sobriedad con la que el Padre Moret en sus “Anales del reino de Navarra”, describe el acontecimiento de “Las treguas”, no aporta excesivos elementos para poder fabular con ellos.

Tampoco el Padre Moret precisaba destacar ningún hecho anecdótico -no era la misión de tan concienzudo cronista- que tuviera alguna relación con las gentes o las vicisitudes del “Agoitz” del s. XV.

Como únicos elementos que pudieran sostener la materia dramática, contábamos con la escueta relación de los personajes más destacados de ambos bandos -agramonteses y beamonteses-, añadiendo a estos, la presencia de la monarquía y de la iglesia.

Esto quiere decir, que prácticamente había que concebir la totalidad de los elementos dramáticos: episodios, lances, intrigas … el juego escénico propiamente dicho. Aspectos tan fundamentales como el “giro” socioeconómico del momento, el semblante de los usos y costumbres, del “modus vivendi” de aquellos años, a caballo entre los últimos hálitos del medievo y los nuevos aires del Renacimiento etc… debían ser tratados con la máxima fidelidad posible.

A veces, cuando se juega con estos temas, uno se arriesga a resultar anacrónico. Otras, cuando no ingenuo o ignorante, pretencioso y nada científico y como mal menor irreverente.

Por eso, tuvimos la cautela de asesorarnos debidamente a fin de no resultar gratuitos e irresponsables en el tratamiento, tanto de los personajes como de los tipos socioambientales de la época.

Haciendo una breve síntesis del guión, en el argumento, aparece el pueblo de “Agoitz” que harto de la violencia y de los desmanes de ambos bandos, conmina a su señor natural, D. Carlos de Egior, a que interponga su valimiento ante los demás señores y ricoshombres del reino, que están esparciendo sobre él, tanta ruina y destrucción.

Esta especie de pequeño levantamiento, incomoda a algunos señores – los de Artieda y Ayanz- que deciden deshacerse del Alcalde, al parecer, el alma de la protesta.

El pueblo, más concretamente los junteros, no acepa el apresamiento del alcalde y lo libera en una emboscada.

El propio señor de Aoiz, va transformando sus sentimientos hasta situarle aliado del pueblo.

Cuando el conflicto, parece alcanzar su punto álgido, se pregonan “Las treguas”.

Los que verdaderamente soportan el peso de la acción, son personajes sencillos entresacados tanto de los recuerdos y vivencias de mi infancia en este pueblo, como de los relatos de mi abuela -agoiska hasta sus más profundos entresijos me desgranaba en aquellas largas tardes de invierno.

Eljuego, “hain nahastua”, pero tan rico y espectacular que pueda aportar la intervención del pueblo, queda abierto en el guión a diversas posibilidades: abesbatza, fanfarre, comparsas que pululan en torno a la acción, atrezzos, etc…

Lamentablemente, el desarrollo de todos estos elementos que sin duda pueden y deben realzar el espectáculo, conllevan a una cierta capacidad económica en manos de los impulsores de este hito cultural…

Pero sin duda, lo que como autor del guión más me inquietaba, era el ser capaz de impregnar toda la obra con un mensaje didáctico y fidedigno, y que según mi visión de la historia, reflejase al auténtico sentir de un pueblo, que mientras fue dueño de su propio destino y evito la intromisión de elementos extraños, no solo preservó su identidad -el alma de Euskalherria- sino que fue depositario de un sistema de normas y de gobierno, ejemplar en aquellos tiempos.

Queda claro en el guión -lo mismo que en los Anales del Padre Moret y en los textos de otros documentados historiadores-, que el ser y las virtudes de Reino de Navarra, si habían de permanecer íntegros, sería gracias a la decisión y a la voluntad de los propios navarros, nunca a la intervención de fuerzas extranjeras.

Evidentemente, la visión de este acontecimiento histórico es susceptible de otras interpretaciones, no me cabe la menor duda.

Pero no es ético ni científico, el que alguien trate de imponer -como hacen los vencedores de las guerras, seleccionando o imponiendo su particular versión de los hechos- sus opiniones. Estas se discuten se debaten en igualdad de condiciones, no se aplican de “obligado cumplimiento”, como por poner un ejemplo se hizo con la tan manida explicación de la conquista del Reino de Navarra.

Puesto que el guión de la obra, se ha gestado como un texto abierto, será el devenir de ésta, quien nos vaya dictando las modificaciones que, caso de institucionalizarse el evento -con esa idea surge-, se consideren más adecuadas.

Como autor de la obra, me gustaría que en caso de perdurar, se mantuviera la fidelidad del mensaje.

El resto de la estructura escénica -lo digo sin falsas modestias-, está a disposición de los verdaderos autores y actores: las gentes motivadas o ilusionadas de este querido pueblo de Aoiz.

Josu Sorauren de Gracia
El Tuto – 2. monografikoa. 2001eko iraila