Resulta difícil imaginar que este pueblo esté ahora abandonado puesto que su ubicación es única: en pleno valle de Lónguida, al otro lado del río Irati y haciendo muga con el valle de Izagaondoa. Es por ello que ahora, aunque desolado y totalmente en ruinas, se encuentra ya prácticamente engullido por la vegetación que avanza imparable.

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