Comunicado desde Nepal (XVI)

Katmandú, viernes 22 de abril de 2022.

Ha llegado el último día en suelo nepalí y nos parece mentira que hayan pasado tantos días. Hemos estado un tiempo calladitos, reorganizando nuestros planes, porque la última semana la hemos pasado en Katmandú después de que el talde La Corona decidiera dejar las montañas para volver a reunirse con el resto del equipo. Dejamos atrás las barritas energéticas y las pastillas potabilizadoras para sustituirlas por ruidosas calles, contaminación y alguna cerveza. Han sido días distintos donde hemos conocido otra parte de Nepal, mezcla de gentes, motos y coches, hindús y budistas, una ciudad caótica que esconde antiguas ciudades con preciosos templos con imposibles tallados en madera. Hemos recorrido las calles de arriba a abajo muchas veces al día, buscando regalos, comprando fruta a los tenderos ambulantes que siempre saludan simpáticos, eligiendo un lugar donde comer, que si hindú, hamburguesas, ensaladica o carne carne, buscando oasis de buena música en directo, nos hemos lanzado a recorrer la ciudad huyendo de ser turistas, todo eso sin ver un sola montaña.

Ahora que estamos finalizando este maravilloso viaje, este paréntesis de disfrute, nos alejamos de Nepal echando en falta la montaña pero con sensación de que La Corona expedizioa seguirá disfrutando de la montaña o de lo que toque. Y eso que hemos tenido males de altura y de bajura, y aún ahora, ya en el vuelo, nos siguen pasando cosillas, que si los palos de Iñigo, las piedras que no sal del Himalaya, el mal temple del más duro o las patatas para el cebollar que nos han requisado… Ama, ¡a ver si llegamos pronto!

Nos quedan pocas horas para volver a conectar con nuestras vidas, primero abrazos y besos de bienvenida y en pocos días estaremos de cabeza en nuestras rutinas, eso sí, con un regustillo rico que habrá que seguir alimentando. Por aquí dicen y comentan que para mantener el nivel de glóbulos rojos no debemos romper de manera drástica con la rutina montañera. Ahí lo dejo… Ja ja…

Antes de terminar con nuestras crónicas, desde estas líneas nos gustaría agradecer a TutoBerri por haber acogido nuestros humildes textos, a nuestro querido Rubén, al máquina de Pasang, a los guías (escribiendo a nuestra manera, jambo, ingeli, nikma, tensi y el profesional), a los porteadores, esfuerzo máximo y siempre sonriendo, a los madrileños-cántabros por ser tan buena gente y a las personas que nos habéis acompañado en esta aventura. Así como somos un grupo muy diverso, también diversas habrán sido nuestras sensaciones y emociones pero a estas alturas os las iremos contando mañana en el vermú. Un regalo de la vida.