Resulta difícil explicar todo lo que ha pasado estos días. Están siendo extrañamente lúdicos. En un periodo corto de tiempo ha pasado de casi todo. Cada cual tendrá un montón de anécdotas.

Hemos pasado mucho tiempo en altura y una vez conseguido el objetivo de alcanzar el punto más alto del trekking el descenso se ha complicado. Mi hermana y yo hemos tenido que bajar en helicóptero. Mal de altura. Lo peor dejar al grupo. El mal de altura se pasa casi inmediatamente de llegar a Katmandú.

Hoy lo ha hecho Sandra por el mismo motivo. Ya se encuentra mejor. Hemos cenado y vuelve a respirar con normalidad.

El resto, aún cansados, han subido al campo base el Amadablam. Están todos bien.

Este año ha sido bastante duro el tema de la aclimatación para todos. La suerte ha sido que todo ha ocurrido en la bajada. La pena que nos hemos tenido que separar, pero las decisiones, aunque difíciles de tomar, han sido las acertadas. Mejor pecar de prudentes. Esto es el Himalaya, las montañas más grandes del planeta.

Hace años no había posibilidad de que un helicóptero viniese a rescatarte. Ahora toses un poco fuerte y el Porter te obliga a bajar por miedo a que se complique. Empiezo a sospechar que en el tema del helicóptero hay montado un negociete. Mientras pague el seguro…

Ahora el objetivo es volver a juntarnos y disfrutar de la compañía del grupo. Ya estamos en ello. Por lo demás, la experiencia está siendo increíble.

¡Aúpa equipo!