Hoy, 8 de abril, teníamos por delante una jornada muy exigente con un desnivel de más de 1000 m. y alcanzar los 5360 m. Además, la noche anterior, el fantasma del mal de altura nos empezó a rondar y nos decía: cantar cantar, que mañana no podréis. Te parece que estás bien y de repente te pega, los sobreesfuerzos se pagan, ene! Así que hemos amanecido con el reto en mente pero con la ilusión en las botas.

Al salir del refugio nos hemos venido arriba al ver la belleza de las montañas nevadas que nos rodeaban. Para las 5, ya amanecido y con el cielo raso, estábamos en marcha ladera arriba. Al alcanzar un collado, el valle se ha abierto y al tener delante un circo de picos nos ha hecho recordar a los Pirineos. Unos veían Panticosa, otras el castillo de Acher, punta Escarra, la brecha, hasta hemos soñado con atacar alguno.

Cuando hemos llegado a los 5000 m., tocaba paradica de celebración y somos muy de celebrar. La parte más dura ha sido una pala de 300-400 m. que hemos subido todos juntos shivari shivari, a paso lento.

Cuando hemos alcanzado el collado de Renjo Pass (5360 m.) las vistas hacia el otro lado nos han vuelto a emocionar al aparecer todas las moles nevadas. Está siendo un viaje de disfrute total y cuando te pones delante de esas montañas, no puedes más que estar agradecida por poder estar disfrutando de esta experiencia.

Hemos bajado por un amplio valle glaciar, de tonos grisáceos donde quedan restos del antiguo glaciar. Al fondo se veía Gokyo, un pequeño pueblo turístico con casa de colores al lado de un lago precioso, un lujazo. Ha sido una etapa de montaña espectacular, dura y larga, de casi 9 h., por lo que a la llegada al Lodge nos hemos retirado a descansar un rato. Otros tenían revancha de mus, el pique continua.

Para mí también ha sido un dia especial porque mi txikitika cumple 6 años, Zorionak Olatz! Asko maite zaitut!

Que sepáis que aunque estemos alegres como las perdices que vemos por aquí os tenemos presentes entre canciones y charlas.

Namaste