Comunicado desde Nepal (VII)

Amanecemos con una mañana fría en Thame a 3800 metros de altitud. Nos calienta por dentro un buen desayuno y por fuera nos reconforta un sol amable. Es un día despejado que nos deja ver unas altas cumbres nevadas que ya habíamos intuido. Comenzamos la etapa de hoy por un paisaje algo diferente a lo que habíamos visto hasta ahora y la luz es verdaderamente preciosa y especial.

Enseguida divisamos la estupa de Thame, que al pasar junto a ella observa desde todos sus ángulos nuestros pasos. Es espectacular ver brillar su parte más alta dorada con los altos montes blancos de fondo. Seguimos por el camino de tierra, pronto asciende y se abre algún acantilado con el río abajo, nos cruzamos con yaks y con oraciones escritas a nuestro paso.

El día de hoy es la jornada más cantarina que hemos tenido hasta ahora. Nuestros pasos se hacen más amenos y casi deseamos que no acabe porque tenemos un montón de canciones que entonar todavía. ¡Eso sí! ¡Echamos en falta algún acordeón o acordeonista!

Tarde de descanso, dormir, reposar la cabeza, los pies, lectura, escritura y sobre todo partida de mus (que la cosa se está poniendo peleona). Nos ha servido para descansar, coger fuerzas y animarnos. También para acordarnos de nuestras familias, amigos y personas que queremos.

Nos hemos bautizado con el nombre: Corona espedizioa, berriozartarras, agoizkos, oroztarras, un irundarra, un canario y el que más ruido hace, un giputxi.

Sandra y Arantxa