Comunicado desde Nepal (II)

Hemos llegado a Katmandú tras un montón de horas de vuelo y un montón de trámites burocráticos, seguramente provocados por el miedo que ha generado el covid. Se han de rellenar un montón de documentos y es obligatorio tener un conocimiento alto de los procedimientos, para poder realizarlos con el móvil. Vamos a tener que actualizarnos o nos quedaremos tecnológicamente pasados de moda.

Katmandú, caóticamente maravilloso como siempre. Con una circulación tan ruidosa e ingobernable como fluida. Es increíble que no haya accidentes y que maniobras al volante extravagantes, que en otros lugares acabarían en bronca segura, aquí se solucionen con dos pequeños toques de bocina.

Pese al cansancio hemos tenido la oportunidad de visitar Budanat, y la enorme estupa budista, que se levanta en medio de una plaza, rodeada de edificios con ornamentos de madera tallada. Después hemos tomado una cerveza y hemos ido a cenar con Pasag Sherpa. Pasang es un nepalí oriundo del valle del Khumbu, que acaba en el gran Everest. Este chico vivió en Navarra tras ser adoptado por un montañero, y regresó a Nepal para fundar un Lodge y una agencia de trekking. En un país donde las coberturas sociales son una quimera y la corrupción gubernamental no extraña, es un alto bagaje. Pasang es un personaje extrovertido, que pese a ser joven, tiene mucha vida a sus espaldas. Ya es nuestro amigo y cuando estamos aquí nos cuida como a su familia.

Mañana volamos a Lukla, a comenzar un trekking largo que culmina a los pies del Everest. Serán etapas tranquilas y cargadas de emoción y paisajes maravillosos. Seguro lo pasaremos genial.