De Kabul a Aoiz huyendo de los talibanes

Mamá, esto es montañoso, ¿pueden llegar los talibanes hasta aquí?…”. La pregunta no sorprendió a su madre, Fazela, consciente del estado emocional de sus hijos. En realidad, a lo que se refería la pequeña, de 9 años, mientras escuchaba las explosiones de los cohetes y petardos de la celebración del nuevo año en Aoiz, donde reside con sus tres hermanos, era si aún pueden caer en manos de los mismos hombres que cuatro meses antes las golpearon y amenazaron de muerte a la entrada del aeropuerto de Kabul. El “terror” de aquellos días de agosto en Afganistán, su país, aún supura “muy adentro”. Por eso, Fazela las abrazó y trató de calmarlas con estas palabras: “Hijas, no os preocupéis. En este lugar hay mucha agua y los talibanes, como no saben nadar, se ahogarán…”.

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