Esta historia parte de un documento encontrado por Aimar en sus investigaciones en el Archivo General de Navarra y transcurre en nuestra villa de Aoiz en 1644, hace algo menos de 400 años.

El día tres de abril de ese año, domingo, se reúnen en la Casa del Consejo de Aoiz el Alcalde de la Villa, Don Martín de Monreal, el resto de los Regidores y algunos vecinos, convocados por pregón público, para deliberar sobre la petición presentada por Don Pedro Martinez de Urroz y Balanza.

Don Pedro, vecino de Aoiz, y miembro de algunas de las más antiguas y distinguidas familias de Aoiz y Urroz, es en esa fecha Teniente de Maestre de Campo General en el ejército de Felipe IV. Según explica en su solicitud “ganó a la gente del rey de Suecia en batalla campal una bandera de Infantería” y desea colocarla en la iglesia parroquial, como agradecimiento “a las mercedes que le ha hecho el señor San Miguel”.

Acta Consejo de Aoiz, 3 de abril 1644. A.G.N.

Los enfrentamientos entre el ejército de la Monarquía Hispánica y el ejército sueco en los que debió participar Don Pedro, tuvieron lugar durante la llamada Guerra de los Treinta Años, que ensangrentó Europa entre 1618 y 1648.

La guerra comenzó en Praga y se extendió por buena parte del continente, si bien Alemania fue el principal campo de batalla. De hecho, está considerada como la mayor catástrofe de la historia alemana antes del siglo XX. La guerra, las epidemias que le acompañaron, especialmente la peste, la consiguiente pérdida de las cosechas y ganados, la huida de poblaciones enteras (algunas regiones perdieron más del 40% de sus habitantes) llevaron al país a una ruina de la que tardaría más de medio siglo en recuperarse.

Aunque se origina por el conflicto entre católicos y protestantes, la Guerra de los Treinta Años es, más que una guerra de religión, una lucha por la hegemonía europea entre Francia y la dinastía de los Austrias. En ella participaron la mayoría de los estados europeos, y combatieron ejércitos compuestos en buena parte por mercenarios que, sin ningún interés por las cuestiones religiosas, luchaban por su soldada y la esperanza de un buen botín.

Con la posible excepción del ejército del rey Gustavo II Adolfo de Suecia. Aunque tuvo que ampliarse con mercenarios, su núcleo estaba formado por soldados suecos, motivados por su fe religiosa, equipados y entrenados considerablemente mejor que el resto. De hecho, cuando en 1648 la paz de Westfalia puso fin a la guerra, los claros vencedores fueron Francia y Suecia.

La intervención sueca en la guerra tiene lugar sobre todo entre 1630 y 1635, año en el que los suecos firman la Paz de Praga. Sin embargo, al incorporarse a la lucha Francia, aliada de Suecia, parte del ejército sueco sigue combatiendo junto a los franceses hasta el final de la guerra.

En su petición, Don Pedro no indica en qué “batalla campal” consiguió la bandera, sino únicamente que se la tomó “a los hombres del rey de Suecia”. El rey Gustavo II Adolfo muere en 1632 en la batalla de Lüntzen, pero al seguir luchando su ejército con posterioridad, no sabemos en qué momento tuvo lugar la toma de la bandera.

Piqueros suecos. Guerra de los Treinta Años

En 1644 el Teniente Martínez de Urroz y Balanza está de regreso en Aoiz. Es de suponer que antes de enfrentarse al combate en algún lejano campo de batalla europeo, Don Pedro se habría encomendado a San Miguel, el patrón de su pueblo. Y es comprensible que después de lograr tan brillante resultado, cruzase medio continente con su bandera para colocarla en la iglesia de Aoiz.

No es la única bandera que se ha instalado en la iglesia parroquial. Sabemos por un documento magníficamente restaurado por el Archivo General de Navarra el año pasado, que en 1563 Don Martín de Donamaría entabla un pleito con la Villa por su derecho a mantener en la capilla de la Virgen (que considera propiedad de su familia) su escudo de armas, sepultura y bandera. Pero la función de esa bandera es mostrar el poder y la importancia de los Donamaría.

Y no es ése el objetivo de Don Pedro, por lo que se indica claramente en el documento que la bandera debe ser colocada “sin que sirva de honor para ninguna persona” sino tan solo de adorno para el templo parroquial.

Lógicamente, los miembros del Consejo de la Villa concedieron la petición de su convecino y decidieron colocar la bandera “en el crucero frontero, adonde está la capilla de la Santísima Vera Cruz”.

Y así fue como Don Pedro Martínez de Urroz y Balanza pudo ver en la iglesia de su pueblo la bandera tomada a los soldados del rey de Suecia y mostrar su agradecimiento al patrón San Miguel.

Documento localizado en el A.G.N. por Aimar Eguiluz
Texto: Inma Oroz
Asociación HIDEA