A una gran mayoría de nosotros nos ha apasionado toda historia o leyenda sumergida en bosques encantados, reinos lejanos o mundos fantásticos. Donde sus protagonistas, tratan de superar lasvicisitudes acontecidas a lo largo de sus andanzas y con la posibilidad de encontrarse con seres sobrenaturales de toda índole física y moral.

Una gran cantidad de estos personajes provienen de la mitología local de cada lugar. Siendo reminiscencias provenientes de creencias anteriores a las religiones mayoritarias de estos últimos dos mil años. A diferencia de lo que la gente cree, nuestros ancestros no eran simples monoteístas. Claro que creían en un Dios, pero también en un Diablo dualista, en miles de santos y en espíritus animistas. Un batiburrillo de ideas y contrariedades de diversas fuentes, los cuales eran salvados o castigados por sus actos.

Las criaturas mitológicas han protagonizado líneas de innumerables novelas y cuentos. Pero, ¿alguna vez han cruzado ese límite entre aparecer plasmados en novelas de ficción y personarse en algún proceso o protocolo administrativo legal? Parece surrealista, pero ha pasado. Uno de esos personajes que han atravesado la línea de lo imaginario y aparecido en la vida real, son las brujas o nuestra particular sorgina. Hechiceras malévolas, que mediante un pacto diabólico están detrás de toda desgracia humana. Aunque resulte increíble, hubo una época donde la gente podía ser condenada a muerte por brujería. Claro ejemplo y por todos conocidos, son los juicios de Salem (Massachusetts; 1692), del que se han hecho infinidad de películas y libros. Condenando a 29 personas con la pena capital y de la peor manera.

Europa también se vio sumergida por este fenómeno. El Sacro Imperio Romano Germánico sería el país donde se desarrollaría la persecución más virulenta y mortal, condenando a muerte a más de 25.000 personas. También los navarros tenemos nuestro particular Salem, Zugarramurdi. El museo de esta localidad, nos recuerda los acontecimientos ocurridos en el año 1610, donde dieciocho vecinos confesaron sus culpas y se “salvaron”, seis se resistieron y fueron quemados vivos y cinco en efigie porque ya habían muerto por tormento. Otras localidades navarras también fueron testigos de este fenómeno, tales como: Roncal-Erronkari, Salazar-Zaraitzu, Auritz-Burguete, etc. ¿Y Aoiz-Agoitz? ¿Ha padecido algún episodio de esta naturaleza? ¿Es el escenario de algún suceso relacionado con la brujería?

Para responder a estas cuestiones nos trasladaremos al siglo XVI, entre los años 1525 y 1550. Años muy convulsos en el reino de Navarra. La Alta Navarra acababa de ser conquistada, pero aun seguían produciéndose conatos de rebeldía del partido agramontés contra el dominio castellano. Varios intentos se realizarán para la recuperación de la corona para los destronados Albret. La zona pirenaica se vio envuelta en un clima bélico, al tratarse de un nexo de comunicación y trato con laBaja-Navarra-Behe-Nafarroa que seguía perteneciendo a los monarcas navarros. Clima, que seguro tendría su repercusión en los valles prepirenaico navarros colindantes y más aun en Aoiz-Agoitz, al tratarse de una urbe.

La persecución de bruj@s en Navarra estuvo orquestada por dos organismos diferentes: el Consejo Real de Navarra (regentado por una persona impuesta por Fernando el Católico) y la Santa Inquisición (Tribunal de Calahorra). Al principio se observará un conflicto competencial entre ambas entidades, al no delimitarse la jurisdicción de cada una. A diferencia de lo que piensa la mayoría de la gente, la primera empresa que se encargó del asunto de las bruj@s en Navarra no fue la Santa Inquisición, sino el Consejo Real de Navarra. La Santa Inquisición se ocuparía a partir del XVII en adelante.

La figura encargada de la persecución de bruj@s en la montaña navarra en la primera mitad del siglo XVI, recaería en los hombros de Pedro de Balanza, miembro del Consejo Real. Este hombre seguía las órdenes dictadas desde el consejo, encomendándole varias tareas como: el cese de los conatos agramonteses, la confiscación de bienes y heredades sobre los vecinos que apoyaron a los monarcas navarros y la “pacificación” de la Baja Navarra-Behe Nafarroa.

Con respecto al tema que nos atañe, Balanza apareció por nuestra tierra con la orden de cazar a todo sospechoso de brujería, centrándose sobretodo en los valles de Salazar-Zaraitzu, Roncal-Erronkari o Erro: “inquirir en los bruxos y bruxas de los valles del Roncal y Salazar, y otras partes”. Después de dar cuenta de la misión y de haber descubierto ciertas brujas, como se afirma en su regreso a Pamplona-Iruñea, se prosigue sosteniendo: “quedan algunos de ellos para executar, porque la execucion se agua en los mesmos pueblos donde delinquieron”. De esta manera se comisiona al licenciado Balanza para que vuelva otra vez por estas tierras, como si el trabajo aun quedara por finiquitar.

Para realizar esta labor, el cortejo del licenciado Balanza para la detección y detención de casos de brujería se componía por: un secretario del Concejo con su “moço”, un alguacil del Consejo, un ujier del Consejo, dos cabos de escuadra, dos “mozas” con su historial brujeril (que sabían catar los ojos de los sospechosos) y una escolta de 25 soldados. La simple presencia de esta gente marchando por las calles de cualquier localidad navarra, debía infundir pánico en la ciudadanía. Por ejemplo, este grupo apareció en 1525 por las calles de Aoiz-Agoitz.

El licenciado Balanza contaba con la confianza pasmosa del Consejo Real. Cierto es que la última palabra a la hora de juzgar a los encausados no la tenía él, pero le fueron otorgados facultades fuera de lo normal. Siendo una persona con carta blanca para realizar su cacería: “Y las sentencias fareys executar como convengua”.

Destacar el negocio que se creaba con estos procesamientos dentro de esta atmósfera brujeril, donde proliferan sentencias de muerte y confiscaciones de bienes. Además, los pecados de brujería, para los tribunales seculares y eclesiásticos no tenían distinción de clase.

Después de conocer a los responsables que se encontraban detrás de la persecución de “bruj@s” de nuestros valles y montes, entraremos en la documentación donde aparece nuestra villa.

Documentos del Licenciado Balanza:

En un documento fechado en 1525, el licenciado Balanza presenta las cuentas de lo que se le debe por el trabajo realizado, apareciendo lo siguiente:

  • Iten, dia al bachiler don Pedro de Egoabil, vicario de Aoyz, al qual le lebe a confesar las bruxas que se abian de sentenciar, por sus trabajos, un ducado viejo.
  • Iten, por las fiestas de Pentecostes fui a Ochagabia a la villa de Aoyz, a entender en las bruxas en la dicha villa, y lebe conmigo a las dos moças y al borrero en sendas azemilas; pague un ducado viejo.
  • Iten, queando volui de Aoyz a Ochagabia, alquile tres mulas para las dos moças y el borrero, Pague por ellas un ducado viejo que montan…
  • Iten, pague en Aoiz por las sogas que se gastaron en las bruxas que quemaron (?) en la villa de Aoyz y en el Burguete, dos ducados viejos.

En el último párrafo hace una clarísima alusión a que se quemaron brujas en Aoiz-Agoitz. Recordar que las bruj@s que se quemaban en esta época, se realizaban en su misma localidad para que sus vecinos tomaran ejemplo. Eso significa que hubo agoizkos condenados por brujería, pero por desgracia todavía no se han encontrado sus nombres. Subrayar que estas condenas tuvieron un carácter de acontecimiento extraordinario. Una gran parte de la información coetánea a esta época, está compuesta por testigos que narran lo acontecido, gracias a que quisieron verlo.

En un pleito de los herederos de Balanza de 1532, se habla de “bruxos y bruxas” condenados en Roncal-Erronkari, Salazar-Zaraitzu, Aoiz-Agoitz, Auritz-Burguete y Pamplona-Iruñea. Pero se sabe poco de la concentración brujeril que tuvo lugar en Aoiz-Agoitz.

Existe un testimonio de 1533 del secretario de la Inquisición de Calahorra, (un tal Fresneda), declarando: “que vio en Aoiz de 30 a 35 brujos presos, pero pudo no conocer a todos”. En otro pasaje leemos, que asegura: “que había aquí (Aoiz-Agoitz) de 30 a 35 procesados ancianos y jóvenes”.

En otro documento fechado en 1611 se anotan las localidades donde el Tribunal Inquisitorial tenía la certeza de la existencia de brujos. Estas las sacaron de las confesiones de brujería realizadas en varias localidades navarras como Zugarramurdi o Sunbilla. En el apartado de: “Aquelarres a punto de descubrirse”, entre otras localidades aparece: Aoiz/Agoitz.

Proceso judicial 197390: JUANA MATEO contra MARIA MARTIN DE GREZ Y OTROS

Encontramos este proceso judicial que abarca el período de nuestro interés. Se trata del año 1542 y en mitad de la calle “Yrigoyen” de Aoiz-Agoitz se desata una trifulca entre varias vecinas del pueblo.

Todas las descalificaciones van dirigidas hacia la misma persona, una viuda que responde al nombre de Juana Mateo, vecina de Aoiz-Agoitz. Dentro de las descalificaciones esputadas, nos encontramos con las siguientes: “matadora de hombres”, “traidora”, etc. Pero nos centraremos en dos alusiones expedidas por las susodichas vecinas:

  1. Hereje
  2. Bruja probada.

Dos calificativos muy recurrentes para las fechas de las que estamos hablando. Si te calificaban de esta manera y en dicha época, tenías un problema. Además parte de estos improperios fueron lanzados por una mujer llamada María de Egoabil. Su simple nombre no os dirá nada, pero si explicamos que se trata de la hija de Charles Egoabil dueño del palacio de Reta-Erreta y casado con Catalina de Beaumont, hija de Luis de Beaumont, señor de Mendinueta, la cosa se complica. Y si nos percatamos en la documentación anteriormente plasmada, parece ser que la familia Egoabil está presente en el séquito de Balanza.

Varias vecinas del pueblo la acusan de asesina. Recriminan que es sabido por el pueblo del asesinato de un francés que participó en la Batalla de Noain (1521). Según narran, debió de ser albergado por Juana Mateo y su marido (ahora muerto) en su propio hogar. Ahí fue asesinado y despojado de todo su dinero. Entonces se deshicieron del cadáver introduciéndolo en un cubo y enterrándolo dentro de su casa durante tres noches hasta que lo escondieron en el monte Axarimendia.

Observando este documento nos podemos hacer una idea del ambiente que se respiraba en aquella época en Aoiz-Agoitz. En este período, las personas que no contaban con la simpatía de sus vecinos serían consideradas “malas vecinas o malos vecinos” sinónimo de bruj@. Explicar que se trata de una sociedad supersticiosa cargada de una atmósfera tóxica de pequeñas rencillas que se dejaban sin resolver por falta de pruebas. Siendo el rencor, el miedo y la superstición, el caldo de cultivo de la germinación de la vida del campesino medio.

Podemos hablar de tiempos pasados (500 años), de lo absurdo de creer en seres mitológicos y más aún cuando la vida de una persona entra en juego. Pensar en lo desarrollada que estaba la medicina en el Aoiz/Agoitz del siglo XVI. Cualquier enfermedad mental o intoxicación (por cornezuelo, sea dicha), tranquilamente se podía relacionar con el mundo del akelarre. Muchas de estas carencias existentes en el conocimiento popular fueron cubiertas desgraciadamente por gente poderosa e influyente mediante el infundio del miedo y el terror entre vecinos, amigos y familiares.

Para analizar el arraigo de estas creencias, he visto necesario rescatar unas líneas que se publicaron en Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra.

Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra, Nº9, pág. 387

Llama la atención lo contiguo de la fecha, sobretodo cuando estamos tratando temas de esta índole. Parece ser que siempre quedó un poso sobre estas creencias, desapareciendo más rápido de Aoiz-Agoitz por su calidad de urbe y quedando ciertos retazos en los valles colindantes por su población y comunicación.

Las afirmaciones corren a cargo de una vecina de Indurain (Izagaondoa), que en 1971, informa de dos casos recientes:

  1. Una mujer de Ekai (Longida), al lavar la ropa en el río, notaba con frecuencia que, en el momento de querer sacarla, encontraba dificultades. Un día, en que las dificultades fueron mayores de lo normal, exclamó:
    – Jesús, José y María.
    Y oyó una voz que contestaba:
    –No hay Jesús, José y María que valga.
    Salió corriendo dejando la ropa y le tuvieron que leer el Evangelio porque creían que estaba embrujada.
  2. En Urbicain (Izagaondoa) había una mujer que, cada vez que se asomaba a la ventana el ganado no quería pasar por delante y no pasaba hasta que no se retiraba. A otra mujer vecina le solía aparecer con frecuencia la ropa de la colada con cortes como de tijera y lo atribuían a artes de brujería de la misma.

Cierto es que todas estas acciones fueron realizadas por algún individuo que tenía ganas de pasarlo bien o de molestar al personal. Pero lo más interesante del asunto, desde un punto de vista etnográfico, es la creencia. Observando dichos relatos acontecidos en la segunda mitad del siglo XX, asombra el hecho de que hubiese personas que por contrariedades vistas o sufridas, creyeran en la posibilidad de que una bruja estuviera detrás de dichas acciones. Y no creo que fuese la única.

Ya hemos descubierto que el fenómeno de la brujería tiene su pequeño capítulo dentro de Aoiz-Agoitz. No con mucha información, pero con la suficiente como para saber que algo sucedió. Espero que haya creado interés hacia una de las etapas más convulsas y oscuras que ensombrecieron al vecindario agoizko.

Aimar Egiluz