Komikabidea: Diario de Noticias

En la agoizka calle Nueva Zuribeltz Ardo Denda ha abierto sus puertas un nuevo local innovador, mitad bar, mitad tienda, que ha venido a llenar el vacío dejado en el lugar el cierre casi simultáneo de cuatro establecimientos en la villa.

Pilar Cosín posa sonriente a las puertas de su establecimiento con su elegante logotipo de letras doradas en la cristalera de entrada. (M.Z.E)

Zuribeltz nació de la ilusión de su propietaria, Pilar Cosín Reta, por montar algo en su pueblo, por “crear un nuevo espacio que fuera acogedor y dotarlo de un aire nuevo”. Así que, una vez le dio forma a la idea, finalizadas las fiestas de agosto, comenzaron las obras y el nuevo establecimiento se estrenó en vísperas de las últimas Navidades.

Cumplido su primer cuatrimestre, esta vecina de Aoiz repasa cómo se convirtió en una emprendedora rural más, asesorada por Cederna-Garalur, con apoyo en parte del Programa de Desarrollo Rural de la Comunidad Foral (PDR 2014-2020) con fondos europeos FEADER. Por ello no se pone medalla alguna. Tampoco por lanzarse a la aventura como mujer que asume un riesgo considerable en su pueblo. “Si queremos normalizar la situación, no podemos destacar estos aspectos; son otros los que hay que reforzar”, subraya convencida. Cierto es sin embargo que hay que echarle valor cuando se inicia un camino novedoso y desconocido.

“Ese era mi miedo real, cómo iba a gestionar sin experiencia en hostelería y asumir el riesgo, aunque el local era mío”, recuerda. Por lo demás, trabajar de cara al público y el trato con la gente no le preocupaba nada. Pilar viene de una familia de comerciantes y este aprendizaje lo desarrolló desde su infancia en la tienda que regentaron sus padres, Carmen y Juan Antonio ,desde los primeros años 60, hasta 2010, Electrodomésticos Cosín justo enfrente de Zuribeltz. De ellos aprendió sobre todo lo esencial. El resto, lo ha adquirido con la formación.

“Haber trabajado en el comercio desde pequeña te marca. Ellos me inculcaron la forma de trabajar y de tratar a la gente y, aunque de hostelería no sabía nada, ya tenía la mitad. Es fundamentalmente una manera de ser y de estar: saber a quién le tienes que hablar y a quién no, distinguir el mensaje en la cara de cada persona”, explica Pilar. Su conocimiento se vuelca hoy en un trato relajado y un gesto amable que bebe de aquel recuerdo de la generosidad paterna que facilitó la vida en el pasado a sus convecinos al permitirles adquirir, por ejemplo, una cocina o una lavadora. “La vida de los demás cambió”, rememora, Y ahora como entonces, en la calle Nueva hay un local que dinamiza la vida del pueblo.

Para montar el negocio partió del contenido. La idea era vender productos comarcales: vino, tinto y blanco, (de donde toma al nombre), alubias de Aoiz y otros productos de temporada, queso de Orbaiceta, pastas de Espinal, paté de Burguete…Y a partir de ahí pasó al continente. “Pensaba en un espacio acogedor, cálido, donde poder tomar una tapa especial con un vino”, relata.

Suculentas croquetas se asoman hoy junto a los bizcochos caseros o los talos de la mano de Iván Mazo, su colaborador. “Es una fuente de imaginación y creatividad, conocido en el mundo de los pinchos”, asegura la emprendedora. Además, reconoce que Mazo forma parte de la suerte que le acompaña desde el principio. “La gente se ha portado genial conmigo. Han valorado y agradecido la apertura. El apoyo de amigos y de mi familia ha hecho el camino más fácil y les estoy muy agradecida”, manifiesta.

Al otro lado de la cristalera, donde el diseñador gráfico Alfredo León ha estampado su logotipo en tonos dorados, con una tipografía que le confiere identidad, se respira un ambiente matutino que flota en un fondo de blues. En los espacios diferenciados dentro del local, un chico escribe música y un rincón de lectura espera ser ocupado. Pintxo pote en la barra al lado de una suculenta estantería que hace de pequeño comercio es otro espacio diferenciado, Zuribletz abre a diario, de 9.00 a 22.00 horas.

En estos días, Pilar se reafirma en que era necesario abrir algo distinto en Aoiz, un sitio que invite a la calma y al disfrute de la relación social. “Si no hay gente que impulse la vida, los pueblos se mueren. Haciendo cualquier cosa se genera movimiento”, mantiene convencida.

La realidad que ve Pilar es que la gente sale y adquiere costumbres según la oferta. “El miedo nunca se disipa en un negocio de pueblo”, advierte, mientras repasa con la vista su moderno local, adaptado a la última y más estricta normativa.

La satisfacción de haber logrado un espacio para todos los públicos le llena de alegría y de nuevos planes, que pronto verán la luz.

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