Romería a San Román

Navarra llevaba treinta años desangrándose en el enfrentamiento más cruel: una guerra civil. Esa era la situación a la que tenía que enfrentarse en 1479 Magdalena, regente de Navarra, y el motivo por el que la ermita de San Román tiene un lugar destacado en nuestra historia. ¿Cómo se había llegado a esa situación y por qué vino a San Román?

La respuesta está en la disputa entre un padre y un hijo, entre Juan II, rey de Aragón y rey consorte de Navarra, y Carlos, príncipe de Viana. Aprovechándose del sorprendente testamento de su esposa la reina Blanca, Juan II había retenido la corona navarra, que debía haber recibido el príncipe de Viana, según establecía el Fuero.

Tras años de una situación anormal, en 1450, el príncipe decidió reclamar lo que por derecho le correspondía y se enfrentó a su padre con el apoyo de los beaumonteses, mientras los agramonteses decidían respaldar a Juan.

Durante años, la destrucción y la muerte asolaron el reino, incluso después de que los líderes de los dos bandos enfrentados fallecieran. Carlos murió en 1461 con rumores de que había sido envenenado por su propio padre. Juan todavía vivió 18 años más, hasta que murió en 1479.

Le sucedió su hija Leonor, que falleció quince días después de haber sido coronada bajo la sospecha de haber colaborado en la muerte de sus hermanos Carlos y Blanca. No faltaron voces que hablaron de castigo divino.

A Leonor le heredó su nieto Francisco Febo, de tan solo diez años, motivo por el que su madre, la viuda Magdalena de Francia, era la que realmente regía los destinos de Navarra.

La primera misión de Magdalena fue intentar poner fin a la lucha que desangraba el reino. Y tuvo éxito, ya que en septiembre de 1479, consiguió reunir a agramonteses y beaumonteses en este lugar, en la ermita de San Román de Aoiz, para firmar una tregua.

Para escenificar ese acuerdo de paz, los dos bandos clavaron sus espadas en el suelo en señal del final de la violencia, con la corona mediando entre ambos.

Aquella tregua, aunque muy recordada, no fue definitiva y las disputas siguieron debilitando el reino hasta facilitar su conquista en 1512. Pero el recuerdo de ese intento por alcanzar la paz entre navarros pervive en este lugar y en el escudo de Aoiz, donde las dos espadas y la corona nos siguen transmitiendo un mensaje de paz y concordia.

Testua: Pello Guerra
Argazkia: Pele

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