Despoblado de Peña

Con el tiempo en nuestra contra, el domingo 25 de noviembre, a las diez de la mañana, salíamos de la gasolinera con destino al despoblado de Peña, esperando que la situación geográfica de esa zona, nos diera un poco de tregua. Llegamos desde Sangüesa a Gabarderal, y de ahí todo recto hasta la finca privada de Torre de Peña, donde dejamos los coches.

El objetivo era el despoblado, situado a 820 mts., puesto que la cima de este monte es inaccesible por estar cercada. Comenzamos siguiendo el camino señalizado como cañada real  utilizada por salacencos y roncaleses, para luego coger una senda a mano izquierda, entre un frondoso bosque de  encinas,  paralela a la verja de alambre, que nos dejaría justo en la explana del pueblo, bajo la torre del antiguo castillo, a donde accedimos después de que una bandada de buitres nos dejara el terreno libre y así poder observar las magníficas vistas, aún no estando el día demasiado claro, y entender así la importancia estratégica que en un pasado tuvo este lugar.

Desde la torre bajamos al pueblo, entrando por su calle principal y accediendo al portillo de la iglesia, por supuesto cerrada. Todos nos preguntábamos como podrían vivir en un lugar como este,  de que fortaleza serían sus gentes.

Pasamos por el portal, que subiendo de la pista hace de puerta de entrada al pueblo y seguimos por una senda que nos llevo primero hasta una fuente y siguiendo unos metros más arriba llegar al cementerio, donde pudimos comprobar que era cierta la historia que Javier Akerreta nos había contado a cerca del aviador inglés, que en la segunda guerra mundial, junto con su copiloto, sobrevolaban el sur de Francia en misión de reconocimiento y fueron alcanzados por los alemanes; en vez de aterrizar en ese momento, optaron por escapar de Francia, pasando por los pirineos y fueron a aterrizar en esta zona. El paracaídas del copiloto funciono y se pudo salvar pero el capitán Walker, no tuvo tanta suerte y murió. Su tumba en el cementerio da testimonio de esto.

Bajamos por la pista, completando una travesía circular de aproximadamente ocho kilómetros, muy accesible y recomendable a cualquier caminante.

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